A veces pienso en que hemos perdido la capacidad de apreciar todo lo bueno que llega o que ocurre en nuestra vida. La insatisfacción se ha apoderado lentamente de la mayoría de las personas y casi sin darnos cuenta comenzamos a menospreciar lo que tenemos, lo que nos dan, lo que conseguimos, porque al segundo después de haberlo recibido ya queremos más.
Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer y compartir con un grupo de mujeres maravillosas por su capacidad de liderazgo social en Asia. Conversamos durante un largo rato sobre la idea que cada una de nosotras tenía acerca de la felicidad, cuando una de ella nos propuso hacer un ejercicio muy sencillo: ¿Han pensado alguna vez qué es lo que les gustaría tener para sentirse realmente satisfechas? Y la segunda pregunta que nos hizo fue: ¿Qué estarían dispuestas a sacar de sus vidas en este momento para recibir, a cambio, eso que desean tener?
Las posibles respuestas a estas preguntas nos van a llevar a reflexionar sobre todo lo bueno que tenemos en este momento... y, seguramente, nos encontraremos pensando en que no queremos entregar nada, porque es nuestro, nos pertenece y en el peor de los casos, lo queremos conservar por si acaso. Lo que en realidad deseamos es, simplemente, tener más.
Para que entre algo nuevo en nuestra vida tenemos que estar dispuestos a renunciar a algo. El equilibrio en el universo se basa en una ley de constantes intercambios; es decir, todos debemos compartir, ceder, entregar, dar, inclusive renunciar en un momento, para recibir lo que necesitamos o deseamos.
Aprender a sentirnos satisfechos con quienes somos, con las personas con las que tenemos el regalo de compartir, con el lugar donde vivimos, con nuestros logros, con las mejoras y los resultados que obtenemos es una buena práctica para experimentar mayor bienestar, balance y felicidad. Y con esto no quiero decir que sea negativo aspirar, desear, querer tener nuevas experiencias... que son actitudes que nos impulsan a expandir nuestro espacio vital, a crecer, a sentirnos satisfechos y a mejorar nuestro estilo de vida. Me refiero a que tenemos que desarrollar la capacidad de apreciar y disfrutar lo que hemos conseguido, y solo si deseamos complementar nuestra felicidad, deberíamos realizar una búsqueda consciente de aquello que nos hace falta, afuera o adentro de nosotros.
Revisa uno a uno tus objetivos de vida y analiza objetivamente si en verdad son necesarios para complementar tu felicidad.
Recuerda que en la posibilidad de simplificar tu lista de necesidades, se esconde la probabilidad de sentirte pleno y realizado más fácilmente.
Busca y resalta siempre el aspecto positivo de cada situación y minimiza lo negativo.
Desarrolla la capacidad de sorprenderte y de disfrutar la vida.
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