Muchas veces tenemos una rutina diaria tan exigente, que cuando llega el tiempo de descansar, nos cuesta trabajo parar la velocidad y bajar el ritmo frenético al que estamos acostumbrados. Sin darnos cuenta, nos vamos convirtiendo en personas programas y estructuradas, hasta el punto de perder la noción de lo importante que es tener tiempo para compartir momentos de calidad y disfrute, solos o con nuestros seres queridos.
Lo más importante cuando hacemos una lista de propósitos es elaborar un plan de acción, de manera que podamos definir las acciones concretas que necesitamos realizar para cumplir con cada uno de ellos. De lo contrario, nos puede pasar que nos quedemos solo con las buenas intenciones.
Un nuevo año representa la oportunidad de poner en orden nuestra vida para recuperar el balance, la energía y la capacidad de disfrutar de las cosas maravillosas que tiene nuestra vida. Es tiempo de florecer, de rescatar la espontaneidad, la capacidad de asombro, de bajar la velocidad de nuestras respuestas y reacciones para escuchar más, para poner más atención, para observar y reconocer todos los cambios pequeños y grandes que han ocurrido a nuestro alrededor.
Te sugiero que comiences por hacer una lista con todos tus pendientes y que los organices por prioridad, de manera que puedas ocuparte de cumplir con cada uno de ellos, sin asumir más compromisos extras.
¡Aprende a decir que no con firmeza, especialmente si vas a conceder el tiempo que habías reservado para ti para complacer a otra persona!
Aparta un espacio de tiempo diario para ti, úsalo para hacer algún tipo de ejercicio, para practicar algún hobby o simplemente para tomarte un café sola, leerte un buen libro o para compartir con una amiga.
En la medida en que puedas ajustar tu rutina, podrás recuperar y mantener tu bienestar, así lograrás ser más asertiva, eficiente y efectiva con el resto de las áreas de tu vida.
¡Te mereces un descanso... Tómalo!
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