“Son sólo palabras” es una expresión que quita importancia al acto de hablar, ya que no es un hecho. Quizá es por eso que nos hemos tardado en comprender los gritos e insultos como una forma de abuso y entonces justificamos: “es que está enojada y está teniendo un mal día”. ¿Qué pasa cuando ese mal día se convierte en una semana, un mes o un año?
No hay que engañarse, el abuso verbal puede rápidamente escalar a un abuso físico e incluso si no lo hace, sus consecuencias generan la misma victimización en una persona, y quizá algo peor: es mucho más difícil reconocer y escapar del abuso verbal.
¿Qué constituye un abuso verbal?
Insultar
Amenazar
Calumniar
Criticar destructivamente
Acosar
Trivializar
Interrogar
Culpar
¿Cuál es la diferencia entre una simple pelea y el abuso verbal?
En la pelea participan dos personas y en el abuso verbal sólo una. El abuso verbal puede ser diario o puede presentarse en una simple ocasión. Un simple insulto en la calle o un apodo desagradable por parte de un compañero de trabajo ya constituye abuso verbal.
Consecuencias del abuso verbal
Baja autoestima
Inseguridad
Pérdida de la habilidad para comunicarse efectivamente con otros
Dudar de las convicciones propias
Estar a la defensiva
Culpabilidad
¿Qué hacer en caso de abuso verbal?
Lo primero es reconocer que eres víctima de abuso verbal. En la mayoría de los casos, si viene de parte de un extraño que no volverás a ver lo mejor es alejarse y si la experiencia te afectó mucho, busca platicarlo con algún amigo o terapeuta.
Si la persona es alguien con quien convives constantemente, tendrás que pensar en cómo llevar a cabo una intervención, esto es, decirle clara y abiertamente -a solas o preferiblemente acompañada de alguien cercano a ambas partes- que te sientes amenazada y esperas respeto de su parte.
Exige cambios en la relación y, por supuesto, la terapia es muy recomendable en estos casos.
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