CÒMO SANAR UN CORAZÒN HERIDO

Vivamos las relaciones si funcionan, pero estemos listos si el viento cambia, para decir un adiós y seguir adelante confiando en nosotros, en la vida y en Dios. Para poder sacar lo mejor de una separación y superarla en menor tiempo debes pensar que: - Nadie es de nadie. - No hay ni habrá garantías en las relaciones. - Todo cambia, todo se acaba, incluso las personas. - El amor no es una obligación ni un convenio. - Las relaciones, cortas o duraderas, siempre terminan por abandono, separación - Es humano que algunos se aburran, se cansen o dejen de amar. - Las personas hacen promesas que no siempre quieren, deben o pueden cumplir. - Cada quien "es dueño" de su vida. - Las amenazas, culpabilizaciones u ofensas sólo empeoran las cosas. - Si no hay más remedio, aceptemos y pongamos tiempo y distancia de por medio. - Evitemos las excusas para reiniciar el ciclo torturante de estar y no estar. - Dejemos de pensar que si un ser querido se aleja o "nos deja", quedamos rebajados. - Perdonémonos por actuar con debilidad y perdonemos al que se va o se fue. - Revisemos y agradezcamos todo lo malo y lo bueno que recibimos de la relación. - Dejemos de averiguar la vida de quienes ya no nos acompañan, ya no tiene porque interesarnos. - Hagamos ejercicios de visualización de desapego emocional y aceptemos el adiós de alguien como si éste se hubiera muerto. - Al estar preparados, busquemos una nueva oportunidad en el estudio, en la preparación intelectual y espiritual, en la escritura, en la lectura, en navegar por Internet, en el amor a la familia o simplemente disfrutemos la soledad. Quienes se marchan, más que enemigos, son maestros que nos enseñan madurez, amor propio, autorrespeto, autovaloración. Por ello lanza al viento el dolor y las lesiones de tu alma y aprende a sanar un corazón herido. ¡Verás que puedes hacerlo y te irá muy bien

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