Todos los padres desean tener el respeto de sus hijos. Este es la base no solo para las buenas relaciones, sino para poder darles a ellos la formación correcta. Y es que un hijo que respeta a sus padres, es uno que los escucha y sigue sus pautas; aquel que no los respeta, simplemente los ignora o los desoye. Sin embargo, con el corre-corre y la falta de tiempo tan comunes hoy día (además de las preocupaciones de sacar adelante un hogar), muchos padres sienten que no han logrado sentar las bases para establecer una relación de respeto con sus hijos. Aquí tienes las 5 claves indispensables para ello:
1. Respétalos
El respeto no es algo que podemos exigir; es algo que nos ganamos. Uno de los pasos más fundamentales es comenzar por respetar a tus hijos, no importa su edad. ¿Qué quiere decir esto? Que comprendes que ellos tienen problemas, preocupaciones e inquietudes de acuerdo a su edad; quizás a ti te resultan tontas o absurdas. Tal vez te causan risa. Pero no las tomes a la ligera. La mejor forma de lograr que otra persona se sienta respetada, es escuchándola con verdadera atención y respondiendo –con seriedad y sensibilidad– a sus preocupaciones. El monstruo debajo de la cama es una fantasía para ti… pero es real para tu hijo. Escúchalo y disipa sus temores con respeto y sensibilidad. Con tu actitud respetuosa le estarás modelando el comportamiento adecuado y él o ella te corresponderá. Los gritos, las amenazas, las frases humillantes, los apodos crueles y el sarcasmo no son herramientas disciplinarias; son armas tóxicas que acaban con la autoestima del pequeño y, lejos de inspirarle respeto por los mayores, muchas veces lo vuelven rebelde y desconfiado. Por otra parte, el castigo corporal solo le enseña que cuando papá o mamá enfrentan un problema, no recurren al diálogo y a la razón, sino que lo “resuelven” a golpes, creando así un círculo de violencia.
2. Actúa con integridad
Si les dices a tus hijos que no digan malas palabras, no las digas tú; si les inculcas que robar es malo, no llegues a casa con un cargamento de suministros de la oficina. Los niños y los adolescentes escuchan todo lo que les dices, pero, aún más importante, presencian todo lo que haces. Cuando tus palabras no concuerdan con tus acciones, el mensaje que ellos captan es muy simple: podemos decir una cosa y hacer otra completamente diferente. Los más reflexivos llegan a la conclusión de que papá o mamá es hipócrita. Actuar con integridad quiere decir eso, precisamente, que lo que dices, opinas o expresas está integrado a tus acciones.
3. Sienta reglas y consecuencias claras y sé consistente
Si un día decir una mala grosera está bien y al otro, solo porque sí, no lo está; si le quitas un privilegio cuando actuó mal y al poco tiempo levantas el castigo por lástima o porque te mejoró el humor; si la severidad de una reprimenda varía de acuerdo con tu estado de ánimo, el chico siente que vive en un terreno minado. ¡Todo es tan impredecible para ellos! Cuando las reglas –y las consecuencias por romperlas– son claras (“esto es lo que pasa si haces tal cosa”) y consistentes, los chicos saben a qué atenerse y cuentan con un módico de seguridad, pues saben qué pueden esperar de acuerdo con su actuación. De esta manera sienten que viven en un mundo racional y que están lidiando con personas lógicas. Esto los estimula a tomar decisiones responsables.
4. No muestres favoritismo
Quizás dices que quieres a todos tus hijos por igual, pero que te llevas mejor con el menor o que el mayor es más apegado a ti. De cualquier manera, esto no da licencia para darles a unos más que a otros de tu tiempo, tu atención o tu consentimiento. Esto les hará ver a tus hijos que eres una persona justa.
5. Recuerda: no se trata de que seas su amigo, sino su padre o su madre
Los jóvenes, aún los que se rebelan, necesitan sentir que hay un orden y una disciplina en el hogar; una estructura que los protege y los orienta, de la misma forma que un tren necesita raíles para avanzar. Cuando estableces las bases para una comunicación honesta y respetuosa con tus hijos, estás siendo más que un amigo: entonces eres un padre en quien los pequeños pueden confiar para sentirse amados y seguros.
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