No todas las actividades que hacemos nos agradan tanto como quisiéramos, y cuando tenemos que realizarlas nos sentimos desanimados. En contraste, existen otras que disfrutamos tanto que anhelamos volver a hacerlas. ¿Por qué? La diferencia radica en qué tan motivados nos sentimos para hacer una u otra.
La motivación propia o automotivación es la capacidad de darse a uno mismo el entusiasmo e interés necesarios para llevar a cabo una acción. Cuando realizamos una tarea, nuestros sentidos captan estímulos que, dependiendo qué tan atractivos sean, nos generan motivación o desmotivación. Así, cuando una tarea nos provee de estímulos desagradables, la automotivación consiste en sustituir las sensaciones fastidiosas que captan nuestros sentidos por otras más agradables que faciliten su realización.
Los seres humanos contamos con cinco sentidos externos: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Sin embargo, no son los únicos mecanismos con los que experimentamos el mundo, también poseemos dos sentidos internos: la memoria y la imaginación. Muchas personas se las ingenian para convertir una tarea desmotivante en un momento más llevadero. Se valen de sencillas estrategias para estimular sus sentidos de manera positiva: desde mascar un chicle, escuchar su música preferida, utilizar ropa cómoda, regular la temperatura del lugar, aromatizar el ambiente o incluso adornar con alguna imagen o color atractivo para armonizar el área donde se realiza la tarea en cuestión.
Las personas automotivadas también estimulan sus sentidos internos pensando positivamente. Traen a la memoria recuerdos alentadores, evocan imágenes de personas especiales, visualizan situaciones, frases o lugares en los que les gustaría estar. También imaginan un futuro satisfactorio, como ese instante en el que la tarea ya esté terminada, con todo y los detalles que verán y escucharán cuando llegue ese momento.
Tú también puedes implementarla en tu vida cotidiana utilizando estrategias similares de automotivación, como las siguientes:
Estimúlate: Piensa en algo que te gusta y que podrías hacer fácilmente mientras realizas otras tareas (lavar los trastes, por ejemplo). Ver tu serie TV favorita, escuchar un audiolibro o el último disco de un grupo que te gusta… lo que tú quieras.
Prepara el terreno: Precede la tarea con un ritual agradable. Despeja el área, enciende una vela aromática, colócate los audífonos o ubica la pantalla donde puedas verla cómodamente.
Pásala bien: Mientras llevas a cabo la tarea, imagina lo bien que te sentirás de haber cumplido con tu deber, además de que te las ingeniaste para enriquecerte y no sentir que perdiste el tiempo. Sin darte cuenta, ¡estarás disfrutando hacer eso que antes te chocaba!
Día a día tienes retos difíciles que superar. Pero también tienes el poder de decidir cómo enfrentarlos. Dale la vuelta a los malos momentos rodeándote de estímulos agradables que te motiven a concluir aquello que necesitas hacer, aunque no te guste. ¡Te sentirás orgulloso de ti mismo!
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