Los papás siempre quieren lo mejor para sus hijos. Si de por sí no es sencillo ser un buen papá en circunstancias comunes, esta tarea se hace más compleja cuando se enfrenta el reto de tener a un hijo con una enfermedad crónica o condición de salud especial. Quienes atraviesan por esta situación pueden sentirse asustados y confundidos, pero el deseo de salir adelante es la mayor motivación para continuar.
Además, sobrellevar esta situación no sólo le concierne a la persona que presenta esa condición particular: también implica establecer una dinámica especial para toda la familia. Cada uno de sus miembros jugará un papel importante para mantener la sinergia y la armonía.
Porque entendemos lo complicado que resulta enfrentarse a este esquema de vida, te ofrecemos una guía para llevar a cabo este reto.
Familiarízalo con su enfermedad: Habla siempre con la verdad. Es importante que tu hijo conozca y comprenda cuál es su condición. Enséñale qué cuidados debe de seguir y cuáles son las señales de alarma que debe atender. Es parte de su vida, trátala con naturalidad para que él lo haga también.
Ayúdalo a entender: Enséñale que todos somos diferentes y que él viva con esa condición es parte, precisamente, de esas diferencias (diabetes, problemas cardiacos, cualquiera que sea su diagnóstico). Así le será más fácil integrar la condición a su propia vida e identidad.
Demuéstrale tu amor incondicional: Los niños pueden confundir la frustración o el dolor de sus padres ante la enfermedad con falta de cariño hacia él. Ayúdalo a sentirse valioso y querido para que aprenda a aceptarse.
Promueve su autonomía: Enséñale estrategias para ser independiente, funcional y resolver problemas, así estará listo por si tiene que manejar una situación de crisis. Recuerda que tú no estarás a su lado todo el tiempo y que sobreprotegerlo es igual a decirle que él no puede o que está mal lo que hace.
Dale la oportunidad de vivir plenamente: Ten presente en todo momento que se trata de un niño o un joven que tiene derecho a vivir las cosas que experimentan todos los chicos de su edad. No marques diferencias innecesarias ni inexistentes.
No te olvides de atender a los demás: Si tienes otros hijos, esfuérzate para que cada uno sobresalga o se distinga por lo que más les gusta para que no se sientan relegados. Enséñales también a querer y cuidar de su hermano por el simple hecho de serlo, y no por su condición.
Jueguen en equipo: Es muy importante que el niño perciba a sus padres trabajar en conjunto y no en permanente contradicción. Si hay diferencias en los puntos de vista, procuren conciliarlas en privado.
No te exijas de más: ¡Se vale tener miedo o coraje! Todos los papás cometemos errores, así que no serás la excepción. Toma en cuenta que, si bien tendrás que ajustar tu rutina a las circunstancias, no tiene por qué ser algo negativo, al contrario: las familias que se unen verdaderamente para apoyar a uno de sus miembros, se ven altamente beneficiadas. Suelen tener una mejor alimentación, mayor comunicación, más cuidados o vínculos afectivos muy cercanos.
Tu familia merece llevar una vida feliz y plena. La diferencia no es necesariamente mala, al contrario: gracias a ella se fortalecerán y crecerán juntos de forma positiva. Ser especiales les dará la oportunidad de encontrar otras formas de realización.
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