Uno de los aprendizajes más arduos al que debemos someternos es el de la pérdida. No es fácil perder dinero, amores, relaciones, poder, salud, perspectivas... Y es que sin menoscabo del valor monetario o emocional de aquello que nos ha dejado, perder provoca dolor.
Es imposible reemplazar lo que se ha perdido, y por ello el dolor no se desvanece. Debemos aprender a adaptarnos a él. El proceso que seguimos para lograrlo es el duelo.
Cuando escuchamos la palabra “duelo”, solemos pensar en dos cosas simultáneamente: una de ellas es el luto que se guarda tras un fallecimiento; el segundo es un combate a espadas. Algo curioso, pues “duelo” en ambos casos proviene del latín “dolus”: dolor.
Podemos decir que el duelo es un combate contra las emociones que nos provoca el dolor. Y el dolor es un adversario temible: no sabemos cuánto tiempo nos llevará vencerlo. Por ello, al momento de enfrentarlo, nos conviene saber qué emociones despierta en nosotros para poder desarrollar una estrategia y plantarle cara.
En el proceso de duelo atravesamos por cinco etapas emocionales: no tienen una duración concreta y tampoco aparecen en orden estricto; podemos experimentar algunas fases de manera conjunta.
1. Negación y aislamiento: La negación es una defensa provisional para poder soportar el dolor que sientes al experimentar una pérdida. Sus frases: “Esto es un sueño”, “Me siento bien”, “No ha pasado nada...”
2. Ira: Con la búsqueda de las razones de la pérdida, llega el enojo, que se dirige en todas direcciones: contra uno mismo, contra familiares y amigos, contra Dios, contra la vida en general... Sus frases: “¿Por qué a mí?”, “Odio a la vida por ser tan injusta”.“¿Por qué dejaste que pasara?
3. Negociación: La esperanza de superar el dolor toma fuerza al crecer el entendimiento de los verdaderos alcances de la pérdida. A la par que se buscan acciones para sobrellevarlo, se acepta ayuda y apoyo de personas cercanas. Sus frases: “Entiendo sus razones para no estar conmigo”, ¿Qué es lo que sigue para mí?”, “Todo lo que necesito es un poco de ayuda.”
4. Tristeza: A pesar de que en esta etapa puedes tornarte silencioso, pasar la mayor parte del día triste y llorando, y sin motivación aparente, este es un momento importante: en él te permites vivir mediante la expresión de tu tristeza. Sus frases: “Me siento muy mal, no tengo ganas de nada” “¿Para qué seguir?”, “Creo que la vida ya no tiene sentido.”
5. Aceptación: Se comprende la necesidad de convivir con la muerte o la pérdida, y el dolor emocional disminuye. Entonces crece el deseo de continuar con el día a día de forma convencional. Sus frases: “Mi vida tiene que seguir”, “Todo va a estar bien”, “No puedo evitar que la gente se vaya, sólo aceptarlo.”
El proceso de duelo no es un combate sencillo, y requiere de paciencia para contigo mismo y de la ayuda de tus personas más cercanas ante la diversidad de estados emocionales por los que nos hace pasar antes de aprender a aceptar. Por ello, como en toda batalla, te recomendamos tener una estrategia:
Si sufres una pérdida...
-Permítete sentir las distintas emociones
-Comprende que, en algún momento, el dolor pasará
-Pide a personas de confianza que te acompañen
-Busca espacios donde puedas quedarte a solas y pensar por lo que estás pasando
-Mantén tus actividades y rutinas lo más estables posible: esto te hará sentir seguro
-Haz una actividad de cierre: despídete de aquello que perdiste con una carta, dibujo u otro sencillo ritual
Cuando te enfrentes a las emociones del duelo, no tengas miedo de lo que sientes y hacia dónde te llevará: combates al dolor brindando lo mejor de ti mismo en un proceso de cambio del que saldrás fortalecido. Recuerda: el dolor demuestra que viviste algo valioso. ¡Atesóralo, y sigue adelante!
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