Una de las pruebas más duras de la vida consiste en pasar por el dolor de la pérdida. Si de por sí es complicado lidiar con la partida de un ser querido, lo es aún más cuando hay niños. ¿Cómo hacerlo de forma adecuada, si al momento de dar la noticia los adultos se encuentran emocionalmente afectados?
Trasmitir de forma correcta la información acerca de la muerte a los niños es una preocupación constante para todos los que los rodeamos. El estrés y afán de protección llevan a muchos padres a ocultar la información para evitarles dolor. De ahí que una madre diga a su hijo que el papá ausente está en “un largo viaje” en lo que decide cómo darle la noticia de su muerte; o que, ante la pérdida de su mascota, se le dé una explicación semejante para que no se dé cuenta.
Aunque la intención es buena, el resultado es negativo. Los niños se dan cuenta de que algo ocurre, y tarde o temprano descubren qué pasa porque resulta inevitable esconder esa información.
La muerte y las pérdidas son parte de la vida. Si los adultos les tememos, enseñaremos a nuestros hijos a ser temerosos en igual medida. Lo mejor será enfrentar el hecho juntos, adecuando nuestras palabras y gestos a lo que los pequeños requieren en cada etapa.
La forma en que un niño se adapta a la pérdida depende de varios aspectos:
1. La edad del niño en el momento de la pérdida.
2. Qué o a quién ha perdido: si se trata del padre, la madre u otro familiar, la mascota, un juguete muy especial.
3. El grado de apego o familiaridad con lo que ya no está.
4. Las características de la pérdida (repentina, lenta o violenta).
5. Apoyo de los miembros de la familia ante sus sentimientos y necesidades emocionales.
6. Experiencias de pérdidas anteriores.
7. Herencia familiar, enseñanza religiosa y cultural.
8. Actitud que ha aprendido observando la reacción de sus padres, otros adultos o compañeros ante la muerte de otros.
Cuando ocurre una pérdida importante, es común alejar al niño y no permitirle asistir al hospital o a los servicios funerarios, quitándole la posibilidad de despedirse. Si no experimenta este paso tan importante, estamos obstaculizando su propio proceso de duelo. Pero ¿cómo saber qué es lo adecuado en estos casos?
Te recomendamos lo siguiente:
Prepara al niño para la pérdida, de ser posible. Si un familiar tiene una enfermedad terminal o existe una inminente separación, es mejor que el niño lo sepa desde antes y se resuelvan sus dudas.
A la hora de dar la noticia, es importante que se la den los familiares más cercanos, a los que les tenga más confianza.
No ocultes lo que sientes. Es válido que el niño se dé cuenta de la reacción emocional o tristeza de los adultos. Así aprenderá que se permite estar triste cuando alguien querido muere.
Si el niño pregunta, es porque está listo para recibir una respuesta. Dásela. No importa cuantas veces haga las mismas preguntas, él necesita escuchar varias veces las respuestas.
Fomenta que se exprese. Pregúntale qué piensa, cómo se siente y qué necesita sin juzgar lo que te diga.
Deja que se despida. Si no pudo hacerlo directamente con la persona fallecida, invítalo a hacer un dibujo, carta o manualidad para esa persona. Dependiendo de su edad podrá o no participar en los servicios funerarios, pero siempre es importante que tenga algún tipo de ritual con el que pueda asociar el momento de la despedida.
Obséquiale un objeto que haya pertenecido a la persona que se fue o algo a nombre de esa persona. A los niños les es muy útil conservar algo que simbólicamente los ayude a sentirse cerca de quien perdieron.
Congruencia ante todo. Es necesario que toda la familia dé la misma información al niño para evitar que se sienta confundido. Informa en la escuela lo ocurrido para que también le brinden el apoyo y la atención necesaria.
Si tu hijo no reacciona como esperas, no te asustes. Cada persona entiende y vive el duelo de diferente forma. Dale tiempo para ir asimilándolo.
Enfrentarnos a la muerte nunca será fácil. Pero entre más evitemos mirarla de frente, más complicado será sobrellevarla. Enséñale a tu hijo a lidiar con la pérdida empezando desde lo más elemental: acompáñalo en la pérdida de un juguete o posesión muy preciada para él. Al fallecer una mascota, conocidos o familiares, explícale las circunstancias con la mayor claridad posible.
Lo más importante de comprender es que con paciencia y cariño los momentos dolorosos siempre serán más llevaderos. ¡Nunca lo olvides!
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