La compañía de un ser querido, el empleo, una relación… todos estos aspectos forman parte de nuestra vida, pero en algún momento dejan de hacerlo. Cuando ya no están, sentimos un vacío difícil de sobrellevar. Y esta ausencia se manifiesta también en las actividades del día a día: nuestros hábitos cambian radicalmente. Sin ellos nos sentimos sin brújula, navegando a ninguna parte. ¿Cómo lidiar con ese hueco que dejan las rutinas que llevabas a cabo y que ya no podrás realizar?
La pérdida confronta nuestras costumbres con una nueva realidad. No sería raro que después de quedarse sin empleo, al día siguiente una persona salte hacia la regadera sólo para caer en la cuenta de que ya no irá a trabajar; o que aún programe su agenda en función del tiempo que pasaba con su mamá. Incluso quienes han perdido a sus mascotas sienten que algo les queda por hacer, y es que alimentarlos o sacarlos a pasear era algo que formaba parte de su día a día.
Muchas personas usan ese tiempo para lamentarse. Sin embargo, a pesar de que el llanto nos ayuda a superar la pérdida, estacionarnos ahí puede sumirnos en un estado de depresión. Hay quienes intentan rellenar el hueco comiendo o bebiendo en exceso, fumando o aficionándose a alguna actividad poco constructiva: ver demasiada televisión, aficionarse al juego o al ocio en las redes sociales… provocando un daño mayor con otro tipo de problemas que impactan nuestra salud física y psicológica.
Es natural querer llenar ese vacío. Aprovecha ese impulso para hacerlo de forma inteligente a través de hábitos que operen a tu favor. Estos consejos pueden aplicarse a cualquier clase de pérdida, desde el duelo por la muerte de un ser querido, la ruptura de una relación importante, hasta un cambio brusco en tus rutinas por cambiar de trabajo o residencia:
No reemplaces tus viejos hábitos con uno nuevo que consista en lamentarte y entristecerte. Es necesario que te des un tiempo para ello, pero pronto debes ponerte en acción.
Sé consciente de que en tu nueva dinámica tienes tiempo libre, una de tus posesiones más preciadas. ¡Haz algo valioso con él!
Ocúpate en actividades que promuevan hábitos constructivos: lee, haz ejercicio, visita un museo, aprende algo nuevo.
Piensa en todo aquello que algún día quisiste hacer y que no llevaste a cabo precisamente por falta de tiempo. ¡Ahora es cuando intentarlo!
Si te causa mucho dolor, evita rodearte de objetos que te recuerden la pérdida, al menos por un tiempo.
Elabora un plan que llene todo el tiempo libre que ahora tienes. No dejes ningún hueco.
Comprométete a continuar, haz el esfuerzo. Y sobre todo, ¡no te rindas!
Perder algo o a alguien es un proceso inevitable que forma parte de tu aprendizaje. Sabemos lo complicado que resulta lidiar con ello, pero si lo enfrentas de una manera constructiva, te será más sencillo superar esta etapa. Cuando menos lo esperes, te sentirás mejor y además, habrás enriquecido tu vida significativamente.
Cada experiencia es una nueva oportunidad para aprender, crecer y ser felices. Haz un balance de lo que te dejó aquello que ya no está y después ¡sigue adelante!
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