Fragmento del libro “Los dioses del cambio” (El dolor, las crisis y los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón), de Howard Sasportas.
Todos tenemos un Sí mismo, un Ser nuclear que guía, regula y vigila nuestra evolución. El Sí mismo dispone el tipo de situaciones y de circunstancias que necesitamos para crecer y evolucionar, pero la mayoría de las veces no tenemos conciencia de esta parte de nosotros, que hace su trabajo sin que necesariamente sepamos qué es lo que se propone. Sin embargo, durante un tránsito de Urano es posible tener un atisbo del mecanismo con que funciona. Se levanta un velo que nos permite tener una imagen más amplia de nuestra vida. Con esta perspectiva, alcanzamos a ver el verdadero significado de lo que en cualquier momento dado nos está sucediendo y de la dirección en que el Sí mismo intenta que vayamos. Una visión uraniana nos aclara los pasos que debemos dar, o la acción que es necesario que realicemos para cooperar con lo que el Sí mismo nuclear tiene pensado para nosotros. Incluso en medio de crisis y dificultades, si Urano está en juego en ellas por tránsito somos, con frecuencia, más capaces de entender por qué estamos atrayendo sobre nosotros ese tipo de cosas y qué es lo que están destinadas a mostrarnos o enseñarnos… Por contraste, cuando estamos sufriendo crisis que corresponden principalmente a tránsitos de Neptuno o Plutón, es probable que tengamos más dificultad para percibir cuál es la importancia o el propósito de aquello con que hemos de enfrentarnos.
No solamente tenemos un Sí mismo nuclear o más profundo que regula nuestra evolución, sino que muchos astrólogos y filósofos creen que también la totalidad del cosmos se despliega de acuerdo con cierto plan o diseño grandioso. Dicho de otra manera, existe un centro organizador superior de inteligencia creadora que guía y supervisa la evolución de la vida en su totalidad. Acorde con estas líneas, Dane Rudhyar equiparaba a Urano con “el poder de la mente universal”. En ocasiones, por tránsito, Urano conecta nuestra conciencia con el funcionamiento de esta inteligencia superior, permitiéndonos tener un atisbo de su fin y de sus intenciones, y cierta penetración en lo que algunos llaman la mente de Dios. Bajo la influencia de Urano, creemos saber la Verdad, con mayúscula, y de acuerdo con ello es probable que emprendamos ciertas acciones en la creencia de que coinciden con la voluntad de Dios o con la voluntad del cosmos. Sentimos que lo que insiste en que sigamos determinado sendero o plan no es sólo nuestra voluntad personal, sino también la voluntad de Dios. O, como dice Dane Rudhyar: “El individuo transfigurado se ha convertido en el centro focal para la liberación del poder de la Mente Universal”.
Como es obvio, en algunos casos la convicción de que estamos actuando en nombre de alguna autoridad superior y omnisciente contribuye a la arrogancia, la soberbia y el engreimiento, en el mejor de los casos, y en el peor, al comportamiento psicótico. La historia registra numerosas atrocidades e injusticias perpetradas por individuos y naciones que, cegados por la orgullosa convicción de su propia virtud, pretendían ser los agentes de la voluntad divina. Pese a todo ello, no debemos descartar por completo el concepto de una mente universal. Repetidamente, místicos y mentores provenientes de épocas y civilizaciones muy diversas han proclamado la existencia de un elemento superior de unificación que trasciende toda vida y –tal como lo demuestran investigaciones recientes – hay muchos hombres de ciencia que no cuestionarían este punto. Fritjof Capra, físico del siglo XX (Sol en Acuario, Urano en Tauro en casa doce, en conjunción con el Ascendente) dice, respecto de la interconexión intrínseca de todo: “La física moderna revela la unidad básica del universo. Demuestra que no podemos descomponer el mundo en unidades menores de existencia independiente. Cuando nos introducimos en la materia, la naturaleza no nos muestra una serie de elementos básicos aislados que sirven como ladrillos para una construcción, sino que más bien se nos aparece como una complicada trama de relaciones entre las diversas partes de un todo unificado. Tal como lo expresa Heisenberg, el mundo se nos muestra como un complicado tejido de acontecimientos, en el cual se alternan, superponen o combinan diferentes tipos de conexiones, que de esa manera determinan la textura de la totalidad.”
La forma en que Capra presenta la cuestión acepta como válido el concepto místico de una mente universal que vincula y une todo el universo en una compleja trama de relaciones. Nada se puede entender de forma aislada, sino totalmente por su relación con otras cosas. En algún nivel profundo, todos estamos interconectados; la mente y el ser de todo lo que existe forman un entramado inextricable.
Si cada mente está vinculada con todas las demás, no es difícil entender la idea que expresó el filósofo y sacerdote jesuita Pierre Teilhard de Chardin: “Una vez vista, aunque no sea más que por una única mente, una verdad termina por imponerse a la totalidad de la conciencia humana”. El científico británico Rupert Sheldrake propone algo muy similar. Cree en la existencia de campos organizadores invisibles a los que llama “campos morfogenéticos”, que conectan entre sí a los miembros de una especie. Cada vez que uno de ellos aprende algo, el campo morfogenético de esa especie cambia, y ello hace posible que otros miembros de la especie lo imiten. Una vez más, llegamos al concepto de una mente de grupo.
Los tránsitos de Urano pueden activar nuestra capacidad de conectarnos con los mecanismos de la mente universal y de entenderlos, lo que nos permite vislumbrar su intención y su orientación. Cuando así sucede, puede pasar que nos convirtamos en el canal o agente por cuyo intermedio pueda manifestarse alguna idea o tendencia nueva que está en circulación en el psiquismo colectivo. Es obvio que no a todos nos afecta Urano de esta manera.
Independientemente de que creamos o no en el concepto de una mente universal o de grupo, no cabe duda de que los tránsitos de Urano suscitan con frecuencia una mayor conciencia política. Ciertos individuos, al hallarse bajo la influencia de tránsitos importantes de Urano, tienen la visión de sistemas o conceptos nuevos que, en su sentir, mejorarían el orden existente de las cosas, o bien encuentran causas o ideales que, al ser promovidos, constiturían un reto para las estructuras rígidas y anticuadas de la sociedad. De esta manera, Urano es un instigador no sólo del crecimiento y el cambio personales o internos, sino también de la evolución social.
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