Estamos acostumbrados a ver la vida en forma lineal. Pero en realidad, ésta se asemeja más a una espiral.
Hay momentos para iniciar proyectos y momentos para finalizarlos, momentos para entablar nuevos vínculos y momentos donde estos vínculos se deben cortar. Hay periodos de apertura y otros periodos de repliegue. A veces adquirimos cosas materiales y otras veces debemos desprendernos de ellas. Por momentos se puede adquirir una posición de poder, que en algún momento deberá ser abandonada.
La vida es como una espiral, porque es como un conjunto de ciclos, de inicios y finales, que van al mismo tiempo dejándonos crecer. Si cerramos un círculo, habremos crecido, y entonces no volvemos al mismo lugar, al punto de inicio. Cerramos pero iniciamos nuevos comienzos, si aprendimos, estos comienzos serán más altos, y seguiremos creciendo a medida que cumplimos esos ciclos.
Sin embargo, nuestra sociedad fomenta y exige la linealidad. Los ciclos vitales son dejados de lado y evitados. Hay que acumular cada vez más, sean cosas materiales, dinero, títulos, o poder. La cuestión es acumular sin desprenderse de nada. Hay que ser cada vez más productivo. Hay que hacer cada vez más tareas en menos tiempo, hay que rendir. No es bien visto cuando alguien necesita descansar, cuando se enferma, ambos signos de que ese ser necesita bajarse un rato del mundo. Bajarse un rato del mundo no solo es mal visto, sino que se ve como algo imposible, algo anda mal, es algo que no hay que permitir que ocurra: seguir adelante, no descansar. Nunca dejar de perseguir los objetivos, cada vez más ambiciosos y generalmente impuestos por otros. Cumplir, a cualquier precio. No rendirse jamás.
Así es como los cuerpos son maltratados, no se los deja descansar, no se los provee de lo que necesitan, se los llena de sustancias químicas y medicamentos, soluciones para concentrarse y seguir despierto, para evitar los dolores físicos y del alma, drogas para que ese cuerpo siga cumpliendo objetivos y siga produciendo más y más.
Los que viven la vida de esta forma lineal, juzgan incluso a otros que no hacen lo mismo o que no persiguen esos mismos objetivos de acumulación y ambiciones. Si además, esas personas tienen algún nivel de poder sobre otras (padres, maestros, jefes, líderes, etc) exigirán y obligarán a los demás a maltrar sus cuerpos como lo hacen ellos, exigiéndoles más de lo que pueden dar. Pero peor aún, en algunos casos las dañarán y manipularán psicológicamente mediante premios y castigos. Aquellos que den hasta no dar más, serán premiados y reconocidos, obtendrán más poder en todas sus formas. Los demás no recibirán lo mismo, ya sea a nivel de amor, reconocimiento o en el aspecto económico. Otros serán incluso maltratados psicológicamente hasta que se cansen, para ser reemplazados por personas que están dispuestas a dar todo.
Mientras el cuerpo es maltratado y la mente exigida y maltratada psicológicamente hasta no dar más, el alma va muriendo de a poco, en silencio. El alma fue vendida. Mente y cuerpo trabajando para otros, para objetivos externos y superficiales, para cumplir y ser bien visto, para ser aceptado, para pertenecer. El alma mientras tanto, sufriendo y alejándose cada vez más de su misión, la única misión para la cual ese cuerpo y esa mente fueron creados.
Los cierres de ciclo implican pérdidas. Es inevitable pero necesario.
Si los árboles estuvieran deprimidos por las hojas que están perdiendo en esta época otoñal, los parques y las calles serían un mar de lágrimas. Sin embargo, siguen estando tan vivos como en plena primvera, aceptando el ciclo natural. Pierden muchas hojas, símbolo de que este año han sido realmente muy productivos, de que hay generado mucha vida. Pero ahora es momento de dejarlas caer, porque ya están viejas y cumplieron su ciclo, y cuando venga la primavera tendrán que crecer nuevas hojas, para que esos árboles puedan seguir viviendo y cumpliendo su función. Con hojas viejas y deterioradas, sin vitalidad, los árboles no podrían darnos el oxígeno que nosotros necesitamos para vivir.
Si uno no está dispuesto a asumir esta forma cíclica y espiralada de la vida, dejando que los ciclos se cierren, tomándose en serio tanto los momentos de inicios como los finales, la acción como el descanso, ocurre muchas veces que algo externo produce los hechos necesarios para que esto sea cumplido. Esto es porque todos, sin excepción por rangos ni niveles de poder, vivimos en el Planeta Tierra. Y este planeta está en un universo donde todo se mueve y funciona de acuerdo a las leyes naturales y las energías universales.
Los seres humanos vivimos bajo estas leyes donde TODO es cíclico, nos guste o no nos guste, lo aprovechemos o no, lo disfrutemos o no, aprendamos o no. Siempre, en algún momento el ciclo debe cerrarse para que la energía se renueve y para que recobremos la vitalidad.
Vanesa Maiorana