Secreto: la existencia de un programa soviético equivalente al Apolo estadounidense.
Inicio: 1974.
Fecha en la que fue desvelado: 1984.
Momento clave: las muertes de Korolev y Gagarin .
Protagonista: Serguéi Korolev , arquitecto del programa espacial.
El viaje espacial de Yuri Gagarin, el primer cosmonauta, propició que John F. Kennedy anunciara en mayo de 1961 un programa de choque para recuperar el orgullo nacional de Estados Unidos. La NASA tenía que enviar astronautas a la superficie de la Luna antes del final de la década, para lo cual pondría en marcha el proyecto Apolo. Confiada en su superioridad, la URSS retrasó una decisión semejante, pero ante los progresos estadounidenses acabó aprobando un programa doble: un vuelo tripulado de circunvalación lunar (L-1) y un vuelo de alunizaje (L-3). Para hacer realidad este último se construyó el cohete N-1, equivalente al Saturno estadounidense. En años sucesivos, la URSS lanzaría numerosas misiones secretas –la Soyuz y la Zond–, pero tropezó con un gran número de problemas, entre ellos la muerte en 1966 de Serguéi Korolev, el máximo impulsor del programa espacial. En diciembre de 1968, el Apolo-8 se colocó en órbita alrededor de la Luna, haciendo inútiles los esfuerzos del sistema L-1, cu-yas naves jamás fueron tripuladas. Por su parte, los vuelos del cohete N-1 acabaron en desastre y el Apolo-11, en julio de 1969, arrebató la gloria del alunizaje a los soviéticos. A pesar de las evidencias y de que los ensayos continuaban en la trastienda, la URSS optó entonces por negar que estuviera implicada en la carrera lunar. Finalmente, con la explosión de otros dos cohetes N-1, el Gobierno ordenó en 1974 la cancelación del programa y la destrucción de todo vestigio relacionado con él. El sistema L-3 jamás había existido. Solo con la nueva política de glásnost (transparencia) su historia pudo salir por fin a la luz pública.