Para ser feliz, primero hay que saber qué se está dispuesto a hacer para serlo
La felicidad es el fin que todo el mundo persigue, un objetivo que todos desean, el problema “es que se busca donde no está”, afirma el doctor Mario Alonso Puig, quien tiene clara la máxima de que “desde la inercia y la posición de víctima” no se puede llegar a un estado que solo se consigue después responder a si estamos dispuestos a hacer lo necesario para ser más felices.
Este es el objetivo último de un proceso, “un viaje”, que se puede recorrer a través de tres etapas que nos llevan al interior del ser humano, ya que “allí es donde realmente habita la felicidad, la plenitud, la meta del hombre”. Este camino es el que ayuda a recorrer ‘El coeficiente agallas. Se valiente, cambia tu vida’ (ESPASA), que acaba de publicar, con el objetivo de que se convierta en una herramienta y no un dogma, ya que no pretende convencer a nadie de la necesidad de realizar ese cambio sino de dar a conocer cómo ese cambio puede ayudar a mejorar emocional, social y, porque no, físicamente.
Doctor Mario Alonso Puig
“Me he dado cuenta de que no encontramos tiempo para la reflexión y para encontrar el camino hacia el interior. Tenemos la sensación de que no hay nada más allá de lo que normalmente vemos. Ante los problemas necesitamos encontrar algo dentro que aporte serenidad e ilusión, y confianza necesaria para hacer frente al desafío”, explica sobre la motivación que le ha impulsado a escribir este libro.
“Si no estamos dispuestos a hacer pequeños actos de valentía para salir de nuestra zona conocida nada va a suceder”, asegura en una entrevista a Europa Press, donde este mediático experto recuerda que no hay que confundir encontrar la felicidad con el bienestar subjetivo.
“El bienestar subjetivo es aquello que colma los sentidos, como una comida rica o un buen hotel, tiene mucho que ver con lo que yo tengo; la felicidad está en una dimensión más sutil que es independiente de lo que tengo y tiene que ver con lo que soy”, añade.
Para alcanzar este objetivo es necesario cambiar aspectos de la vida, abandonar lo que llama ‘zona de confort’ para explorar un nuevo territorio, donde reside un potencial que para muchos es desconocidos, y para otros puede haberse olvidado. El viaje tiene tres etapas -conocerse y encontrarse, superarse y trascenderse para descubrirse- y para recorrerlas no valen las prisas, además se debe tener en cuenta que el éxito depende de cuidar lo que se aprende para toda la vida.
Especialista en cirugía general y digestiva, Puig, “obsesionado con encontrar vínculos entre las distintas áreas de las neurociencias”, acompaña al lector en un proceso de preparación para el cambio que hila a la perfección con investigaciones contrastadas que ayudan a entender como este cambio provoca a su vez una trasformación en la biología de la persona, y del mismo modo que lo hacen, aunque de manera negativa, aquellos ‘pensamientos tóxicos’ que no ayudan a avanzar en el camino de la plena felicidad.
Por ejemplo, diferentes estudios han demostrado cambios importantes en el riego sanguíneo del cerebro cuando uno es crítico consigo mismo. “Cuando nos hablamos con dureza y crítica devastadora áreas esenciales relacionadas con la inteligencia, memoria, creatividad, experimentan una reducción en el riego sanguíneo, ¿cómo es posible que cuando mas necesitamos nuestra inteligencia nuestro dialogo interior nos prive de los recursos necesarios?”.
TRES PASOS PARA “ALCANZAR LA PLENITUD”
Lo primero es querer iniciar este camino “con determinación, con agallas”; y, por otra parte, darse cuenta de que “el camino que funciona en la vida no es cuando se pone el ego por protagonista o cuando lo que más importa es saber, tener, pertenecer o controlar mas que los demás, etc; en ese momento, hay que saber que por ahí no vamos a conocer el sentido de la vida, en ese momento hay que cambiar en la búsqueda, avanzar al qué puedo hacer yo por mejorar las cosas, qué puedo dar, y no tanto hacia qué puedo obtener”.
En la primera etapa, ‘Conocerse y encontrarse’, Puig da a conocer mejor el cerebro y su impacto en el cuerpo. Para conocerse descubre que ver el vaso medio lleno o medio vacío puede depender del hemisferio predominante en cada persona. La región prefrontal izquierda hace que se sea más optimistas mientras que el pesimismo se origina en la derecha.
“La primera dificultad es pensar que este proceso se consigue de forma automática”, este es un cambio que requiere “paciencia” y “valentía”; y comienza con la reeducación del conocimiento, algo que se puede conseguir independientemente de la edad, gracias al entrenamiento y la fortaleza mental y emocional.
El cambio para “encontrar el equilibrio es posible”, aunque para ello hay que reconocer las ‘emociones tóxicas’, muchas generadas por la propia persona, porque la mente vive en una ‘prisión que limita’; esto lleva a la segunda etapa la de superarse, donde muestra que se puede elegir cómo vivir.
“La ‘emociones tóxicas’ generan mucho daño a nivel cerebral. Son capaces de destruir neuronas y además producen lesiones importantes en el cuerpo”, advierte. Estas emociones no tienen tanto que ver con los momentos que se pueden vivir de frustración, miedo o desesperanza puntuales, sino a cuando los momentos negativos “se convierten en formas de vivir”.
“Tenemos que se cautos con no seguir absorbiendo toxicidad que es un auténtico veneno y en segundo lugar no generarlas nosotros; se puede dar una noticia que es incomoda y desagradable pero no hay que llenarla de desesperanza”, afirma, basándose en la importancia de apoyar a los demás buscando el refuerzo positivo aunque la situación no acompañe.
Por otro lado, nos alerta de la comunicación que se produce con la voz interior, “un el diálogo que opera por vía inconsciente en la mente contra nosotros”. “Muchas veces no sabemos que habla de una manera tan dura, y si la voz interior está diciendo constantemente que no se tiene capacidad para algo llega un momento en el que se genera un estado hipnótico y, de alguna manera, se empieza a actuar de acuerdo a eso”.
La voluntad juega aquí un papel fundamental a la hora de entrenarse para llegar a la superación personal, convirtiendo las experiencias negativas en oportunidades. Este cambio ayuda a afrontar grandes desafíos (enfermedades, paro, problemas personales, etc), además “explica por qué personas que están pasando por situaciones complejas pueden mantener la serenidad, alegría y confianza a pesar de enfrentarse a la adversidad”.
En la última etapa, trascenderse “para descubrirse más allá de lo conocido”, es la más “complicada”, señala Puig, aquí es donde se va a conocer qué es la dimensión del espíritu, algo inmortal que podemos encontrar si nos preguntamos quiénes somos y respondemos desde un lugar alejado de intelecto y de las palabras, del espacio y del tiempo. Aquí acercarse a través de la meditación ayuda a enriquecer y terminar la trasformación hacia una nueva forma de pensar, sentir o actuar.
“Cuando sustituimos el egoísmo por la generosidad es cuando empezamos a entrar en contacto con esa dimensión profunda, una dimensión que no se puede tocar sino nos importan los demás, por que la felicidad es fruto del encuentro con otros seres humanos”, concluye.
http://www.europapress.es/salud/noticia-ser-feliz-primero-hay-saber-dispuesto-hacer-serlo-20131109125137.html