La dulce tentación de tú mirada,
me incita a pecar, disparan un sin números de pecados
en mis pensamientos…
Me miras y mis mejillas se sonrojan,
creo que lees mi mente,
me avergüenza lo que pienso,
jamás sentí algo igual.
Tú sin saber lo que has
provocado en mí te acercas más y más,
de tú boca dulcemente salió un ¡te quiero!
Se juntaron nuestros labios
y descubrí que no era pecado,
sino un amor esperado…
Autor: La Rosa