Todos nos hemos encontrado alguna vez pensando en sexo (en alguna o algunas personas en particular, en una situación concreta…) o en su variante, hemos soñado que practicábamos sexo con personas que conocemos (o no), en lugares donde no lo haríamos o haciendo cosas que jamás habríamos pensado. Eso son las fantasías sexuales.
Las fantasías sexuales son pensamientos, imágenes o sueños sobre temas sexuales, las cuales nos provocan sensación de excitación o placer. Como provienen de nuestra imaginación, no hay límites, todo vale y en ellas sucede todo aquello que en nuestra vida real no nos permitimos.
¿Por qué son un tema tabú?
Como cualquier otro tema relacionado con la sexualidad, con el tiempo se han ido creando mitos y tabús a su alrededor, hasta convertirlo en algo vergonzoso que debemos llevar en privado. Existen muchos mitos alrededor de las fantasías, el más popular, que son el resultado de una represión (por ejemplo: si fantaseamos con personas de nuestro mismo sexo eso quiere decir que reprimimos nuestra homosexualidad), salvando las distancias, esto no es cierto. Otro mito muy común, es asociarlo a la infidelidad o el pecado.
Ciertas culturas y religiones, nos han enseñado que son algo negativo y “sucio”, porque se piensa que el pensamiento y la acción van de la mano, y eso no es así. El problema, es que, como generalmente las fantasías salen del sexo tradicional (relaciones heterosexuales y coitales) se perciben como algo totalmente negativo. Deberíamos empezar a entender que las fantasías son algo positivo. A través de ellas nos podemos expresar sexualmente y pueden ser una fuente de crecimiento personal y autoconocimiento.
Veamos para que sirven las fantasías.
Todos tenemos fantasías sexuales, unos más extensas (una historia de principio a fin), otros únicamente imágenes fugaces, o incluso de forma involuntaria. De cualquier forma, pero tienen una función importante en nuestra vida. A través de ellas:
Expresamos nuestros deseos sexuales y nuestros sentimientos
Nos permiten evadirnos de la vida real, de la monotonía
Aumentamos o iniciamos la excitación sexual (tanto en relaciones sexuales en pareja como con nosotros/as mismos/as)
Liberamos tensiones
Podemos hacer cosas que jamás haríamos, o “practicar” cosas que nos dan miedo o vergüenza.
Pero, a pesar de los tabús y mitos que se han generado a su alrededor, en ocasiones las fantasías nos producen miedo, porque pensamos que traspasamos líneas que no deberíamos. Conozcamos algunos de los miedos más comunes que pueden aparecer e intentemos eliminarlos:
Si fantaseamos con otra persona que no es nuestra pareja somos infieles y ya no le queremos. La imaginación y los pensamientos no son acciones. Es normal fantasear con otras personas. El ser humano cuando se acostumbra a una rutina, necesita sentirse “vivo” y diferente de vez en cuando, por esa razón aparecen las fantasías con otras personas. El sexo y el amor no van siempre de la mano.
A veces fantaseamos, o nos da miedo fantasear, cosas que puedan salir de nuestro sistema de valores (por ejemplo: sumisión, vejaciones, homosexualidad…). Lo que se tiene que entender y que no dejaré de repetir, la imaginación y los pensamientos no son acciones. Como en nuestra imaginación no hay censura, en muchas ocasiones esta nos lleva al límite. No pasa nada, eso no quiere decir que tu o tus preferencias estén cambiando. Para que no nos produzca problemas de moralidad, tenemos que tener claro la diferencia entre la imaginación y la realidad. En la imaginación, no hay límites, ni racionalidad, ni lógica. Es importante aceptar las fantasías como nos lleguen, sin juzgarnos ni sentirnos mal. Aprendamos a disfrutar.
Si fantaseamos algo, querremos llevarlo a la práctica. Las fantasías son solo eso, fantasías. Si las llevamos a la práctica dejaran de ser precisamente eso, y pasaran a ser acciones. Incluso lo que normalmente sucede, es que cuando se intenta llevar a la práctica, esta fantasía pierde su poder erótico. No es lo mismo en nuestra mente que en la realidad. Si dejamos de pensar que si lo fantaseamos es porque queremos hacerlo de verdad, lo disfrutaremos más.
Debemos compartir (con la pareja, por ejemplo) las fantasías. Eso debes decidirlo tú. No hay una verdad absoluta, tenemos que tener criterio y vista para saber si podemos compartir ciertas fantasías con esa persona. Puede que compartirla, aumente el nivel de comunicación y excitación en la pareja, o puede que nos juzguen y pase todo lo contrario. Es importante saber decidir si se puede compartir o nos lo quedamos para nuestro placer personal.
Ahora que ya nos hemos quitado todo los miedos, vamos a conocer las fantasías sexuales más comunes:
Lo prohibido o lo nunca experimentado, situaciones que nunca hemos vivido en la vida real, que nos supone prohibido o por estar en contra de nuestros gustos o valores: relaciones sexuales en lugares públicos, la prostitución, relaciones homosexuales…
Fantasías en las que somos sometidos/as, humillaciones…
Cambio de pareja (Este tipo de fantasía es una de las más comunes)
Sexualidad en grupo: orgías, tríos…
Voyerismo: Fantasías en las que somos simples espectadores.
Relaciones sexuales en lugares concretos: sitios públicos, hoteles… o cualquier otro lugar que se nos ocurra.
Relaciones sexuales con atuendos concretos: el más típico, chicas vestidas de colegialas.
Sadomasoquismo: Fantasías en las que aparece la fuerza y el dolor.
Violaciones: violador/a o violado/a. Esta suele ser la que lleva más carga emocional negativa por la contraposición con la moralidad. Recordemos, pensamientos no son acciones.
Bueno, ¿te has identificado en alguna? Seguro que sí.
Solo me queda añadir, que las fantasías no son solo cosa de hombres, aunque nos digan que sí y tengan menos presión que las mujeres. Y que no hay fantasías buenas o malas, mejores o peores, sino las que expresan deseos y emociones sexuales. Así que limitémonos a disfrutar y sentir aquello que experimentamos.
Y sobre todo no olvidéis que…la imaginación y la acción no son lo mismo.
http://psicotip.wordpress.com/2013/01/30/fantasias-sexuales/#more-637