Pérdida de referentes, cambio de hábitos: la mudanza a menudo se vive como una prueba para el sistema nervioso. ¿Por qué es tan desestabilizadora? ¿Cómo hay que adaptarse a un nuevo entorno? He aquí algunas respuestas a tus preguntas.
La mudanza, una fuente de estrés
Según varios estudios, la mudanza ocupa el tercer puesto en la clasificación de los factores que causan estrés y debilitación, por detrás del duelo y el despido. Cambio de horarios, gestión larga minuciosa de los detalles administrativos... una mudanza es también el origen de un trastorno profundo del plan emocional.
No importa si te mudas a otra región, a un pueblo lejano o a la calle de al lado. Mudarse significa romper con un modo de vida, unos hábitos y un entorno familiar. Aunque puede corresponder a una necesidad de pasar página, a veces se asocia al miedo de no reencontrar lo que se ha perdido (unos vecinos agradables y condescendientes, un hogar confortable, un entorno agradable...). Algunos psicoanalistas remiten el estrés de la mudanza a las separaciones vividas durante la infancia, otros creen que un cambio en la existencia lleva siempre a la famosa “ruptura original”, momento en que el niño abandona el vientre materno por lo desconocido.
Por supuesto, si la mudanza es sufrida (paro, traslado forzoso, razones financieras), la experiencia será aún peor, incluso traumática. Aparte de causar una pérdida legítima de referentes, puede generar una pérdida de la autoestima asociada a un sentimiento de fracaso. Con frecuencia, las consecuencias de una mudanza son la ansiedad latente, el estrés o la depresión.
Decir adiós al antiguo entorno
Para “aceptar” con serenidad el cambio de situación, incluso si ésta ha sido deseada, y beneficiarse de esta nueva vida, es importante decir adiós al hogar, al barrio y a la gente que te ha rodeado y ayudado con el paso de los años. Demasiadas personas tienden a concentrarse en el aspecto material, por miedo a sufrir por la separación. Por lo tanto, no dudes en dar una última vuelta por el edificio o la residencia, intercambia cuatro palabras con los comerciantes y di adiós a tus vecinos.
Adaptarse al nuevo hogar
Mudarse también significa hacer limpieza en tus asuntos y en tu vida. Al empaquetar las cosas, no sólo se clasifican objetos. Recuerdos, álbumes de fotos, ropa... Algunos recuerdos florecen y otros se borran. Hay personas que aprovechan las mudanzas para tirar algunos objetos voluminosos, llevarse sólo lo indispensable y separarse de las cosas prescindidles.
Para adaptarse lo mejor posible a un nuevo hogar, hay dos posibilidades:
- Si temes estar demasiado desorientada, intenta estructurar las habitaciones del mismo modo, con los muebles y los objetos.
- Si quieres emprender un viaje nuevo, cambia totalmente la decoración y la disposición del mobiliario, como para proceder a una remodelación exterior e interior.
Hacerse cargo de los niños
Dejar la escuela, los profesores, los compañeros... Igual que los adultos, algunos niños y adolescentes pueden sentirse desestabilizados con la idea de mudarse o, por el contrario, viven este cambio como una nueva aventura excitante. Lo mejor es acompañarlos en esta prueba, enseñándoles el nuevo hogar, las tiendas, la escuela, el gimnasio, el cine, etc., es decir, los lugares ineludibles que permiten a cada uno encontrar su sitio.
Establecer una buena relación con los vecinos
Una dificultad más al acabar la mudanza: integrarse en la vecindad. Puede que eches de menos a la pareja de jubilados del segundo, siempre dispuestos a ayudarte, o a los estudiantes coinquilinos que os invitaban a tomar el aperitivo. No importa; lo esencial ahora es conocer gente nueva, que sin duda también serán agradables. Tras haberte instalado tranquilamente en tu nuevo nido, puedes presentarte a los vecinos u organizar un aperitivo en tu casa. La mayoría de personas aprecia estas consideraciones. Con más confianza y con mejor información sobre la copropiedad y el ambiente general, el paso a la nueva vida será más fácil...
http://www.enfemenino.com/ficha/psico/f9136-sobrellevar-una-mudanza.html