Ponte en una posición cómoda, y con la espalda recta.
Cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Repite para ti mientras lo haces, la palabra relax.
Nota como todo tu cuerpo se va relajando poco a poco.
Disfruta de la sensación de quietud.
El tiempo ahora se ha parado.
Imagina que eres un niño de unos tres años.
Observa tus pies. Ves que no llevas calzado y te sientes muy a gusto.
Estás desnudo y comienzas a correr.
De repente a tus lados, un bosque de flores silvestres de todos los colores, crece a tu paso.
Notas la energía que hay en tu cuerpo y respiras el aroma de las flores.
Estás muy contenta de estar allí.
No piensas.
Nada te ata ni a nada temes.
Estás.
Solo eso.
Mientras caminas vas tocando las flores con tus manos.
Respira profundamente una vez.
Cada vez que lo haces, una bocanada de aire fresco y revitalizante inunda tu cuerpo y tu mente.
El campo de flores es inmenso. Tanto, que no divisas el final.
Los colores son tan llamativos que a veces te deslumbran.
Estás protegido y rodeado de colores vivos que te ofrecen vitalidad y confianza.
Cada vez, te sientes mejor y mejor.
Repite para ti:
“Cada vez me siento más y más sana y llena de alegría”.
“Todo está saliendo bien”.
“Todo sigue su curso”.
“Todo está bien”.
Cuando te sientas con fuerza para regresar del bosque de flores, abre los ojos.
Y cuando estés agobiado o estresada, vuelve con tu imaginación a ese lugar mágico.
Sigue respirando salud.
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