Cada vez que nos sintamos abatidos o confundidos, es muy importante tener la capacidad de volver a nuestro centro. Muchas veces, cuando llegamos a ese lugar, ya sea por motivos de soledad, recogimiento o circunstancias de adversidad, sentimos mucho vacío, tristeza y sentimientos que van más en declive que hacia un lugar de empoderamiento de nosotros mismos.
Esto suele ser muy frecuente ya que, en general, se nos hace ver que la confianza, la aceptación y la autoestima provienen de una fuente externa: De la obtención de logros profesionales o grados académicos, de la aceptación de un gran número de personas, de un buen sitial en la sociedad, del amor de pareja presente en nosotros, entre otros.
Si bien es cierto necesitamos interactuar con el mundo y nos vamos retroalimentando continuamente de nuestras propias experiencias y las de otros, es muy importante contar con un ancla firme que nos permita regresar a casa cada vez que lo necesitemos.
Por ello, el valor de la confianza en nosotros mismos es enorme, sobre todo en nuestra sociedad actual. En la práctica, y esto hablando desde mi experiencia personal, sugiero un enfoque dirigido en tres aspectos esenciales:
Desarrollar el hábito: La confianza es algo que nosotros podemos elegir a cada momento, y eso se va a convirtiendo en una rutina natural a seguir. El primer paso es recurrir a nuestro poder interno, y esto no puede lograrse de mejor modo que elevando nuestra energía. Hay muchos modos de hacerlo, pero, en lo personal, la más efectiva y duradera y que podemos aplicar a cada momento, es dando las gracias. El estar conscientes de todo nuestro poder y la capacidad de crear y de mover montañas alrededor, nos hará sentir tremendamente empoderados y renovados para enfrentar la vida con mucho más optimismo y determinación.
Tomar responsabilidad por nosotros mismos: Dejar de lado la postura de víctimas frente a la vida es esencial, ya que eso aumenta nuestra capacidad de enfrentar nuevos desafíos y sortear diversas situaciones. Tomar responsabilidad por nosotros, madurar y darnos cuenta de que cada acción trae una consecuencia, nos hace volver a nuestro lugar de grandeza y de ir cambiando aquello que no nos sirve y potenciar todos aquellos aspectos que nos empoderan y nos hacen ser y actuar de modo mucho más vibrante.
Incrementar la autoestima: Es muy importante darnos cuenta que la confianza no nace precisamente de donde venimos, o de nuestra condición socioeconómica. Si bien estos son factores influyen hasta cierto punto, tenemos la capacidad de revertir en positivo todas nuestras circunstancias para incrementar nuestra fuerza y salir adelante. La adversidad, en este sentido, es una de nuestras mejores maestras y nos aporta invaluables lecciones. Si seguimos los dos aspectos anteriores, la autoestima será tan solo un resultado natural en nosotros y se desplegará de forma natural y sin mayor esfuerzo.
El desarrollo de la confianza, si bien es cierto nace desde pequeños, no posee límite de edad para poder adquirirla. La invitación está entonces en comenzar a hacernos más conscientes de nuestra capacidad interna, decidirnos a tomar las riendas de nuestra vida y dirigir nuestra mirada hacia adentro. Si nos enfocamos en ello, y logramos integrarlo como un hábito, nuestros días tendrán, sin duda, mucho más sentido y propósito.
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