En Astrología, cuando se estudia una Carta Natal, estos tres aspectos ( El Sol, la Luna y el Ascendente) suelen ser los primeramente esbozados para comenzar a hacer un análisis de nuestra particular forma de ser, a la vez dinámica y con ciertos rasgos estables.
Estos tres aspectos de nosotros mismos pueden estar en cada uno de los 12 signos del Zodíaco. Y así es como pueden notar, que es infinita la forma en que estos tres aspectos pueden estar configurados en cada uno de nosotros. Por ejemplo: a todos aquellos individuos nacidos entre el 22 de julio y el 22 de agosto se verá, en sus cartas natales, que el Sol esta en el signo de Leo, así se dice que los nacidos en ese período son leoninos/as.
Ahora bien, a lo largo de un mes la Luna “viaja” por todos los signos, así cada uno de los leoninos antes mencionados pueden ser a su vez, de distinto signo lunar. Y observando ahora el tercer aspecto (Ascendente), este “cambia” en un día por todo el zodíaco, de signo en signo, así las cosas y por dar un ejemplo: alguien puede ser del signo de Leo (el Sol en Leo), ser, también del signo de Virgo (la Luna en Virgo) y ser Ascendente de Acuario; y, otra persona puede ser del signo de Leo (el Sol), también ser del signo de Sagitario (la Luna en Sagitario) y ser Ascendente Tauro. Ambas personas “son” de Leo, de acuerdo al período en el cual el Sol estaba en Leo, pero tendrán cualidades lunares distintas, como así también el Ascendente.
Como verán es un poco complicado, pero no tanto; lo que sí podemos decir, es que cada uno de nosotros tiene una particularidad muy específica y hace de los caracteres y los rasgos de la personalidad algo muy distinto, aún en personas que decimos, son del mismo signo. Ahora bien: ¿de que nos habla cada variable?
La Luna: nos habla de nuestras tendencias más arraigadas, nuestras reactividad, nuestra espontánea forma de reaccionar o la manera en que nos protegemos y cuidamos. Donde está la Luna hay mucha memoria y capacidad de respuesta, pero por esto mismo se puede convertir en un refugio evitativo en relación a la necesidad de confrontar aspectos mas desafiantes. Según en que signo esté la Luna, así serán las formas arraigadas de reaccionar rápidamente y las maneras de refugiarnos y “esconder la cabeza”.
El Sol: nos indica nuestra vitalidad , nuestra manera de expresarnos y ser nosotros mismos. El aspecto de nosotros mismos en el cual sentimos aquello que llamamos “yo soy”, y no aquello que sentimos que tenemos que ser para adaptarnos al entorno o para ser queridos. Ser solares es irradiar energía hacia fuera de nosotros mismos, es sentirnos vitales. Según sea nuestro signo solar, nos dará pistas de cómo nos sentimos mas vivos y mas íntegros.
El Ascendente: Es la energía (signo) que sale espontáneamente de nosotros mismos, pero que por salir así, digamos, “inconscientemente”, no la reconocemos como propia, es así como, el Ascendente, se comprende a partir de escenas de vida (experiencias) que nos llaman a darnos cuenta que somos nosotros mismos los que las generamos. También se lo suele definir como el camino de “la energía a aprender”, siendo así, como nos vemos, una y otra vez, en la necesidad de tomar contacto con la misma a través de vivencias recurrentes.
Suele ocurrir, con mucha frecuencia, que conozcamos muchas personas que tienen esa energía fuertemente acentuada, así, al estar en relación con ellas, se produce el fenómeno de amor-odio que más allá de las vicisitudes nos lleva a comprender mas esa cualidad y a la postre a nosotros mismos.
Pues bien, por si esto fuera poco, también están en danza los planetas: Venus ( la forma en que nos relacionamos) ; Marte ( la forma de nuestro deseo); Júpiter ( nuestra manera de valorizar la experiencia) y otras energías más. Serán comentario para otro momento, cuando la sincronía de las energías lo dispongan y las podamos acompañar escribiendo sobre ellas.
Por Javier Ignacio Alvarez.
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