Inteligencia erótica

Se habla de distintos tipos de inteligencia, cada una de las cuales permite abrir posibilidades, resolver situaciones, adaptarse a circunstancias conocidas para encontrar nuevas opciones, también en el ámbito del erotismo. ¿De qué se trata?

Se habla de distintos tipos de inteligencia, cada una de las cuales permite abrir posibilidades, resolver situaciones, adaptarse a circunstancias conocidas para encontrar nuevas opciones. Esto también ocurre en el ámbito del erotismo. ¿De qué se trata la inteligencia sexual?

Definición de inteligencia

Entre las definiciones posibles de inteligencia podemos encontrar la capacidad para entender o comprender y la habilidad para resolver problemas.La inteligencia parece estar ligada a otras funciones mentales como la percepción, o capacidad de recibir información, y la memoria, o capacidad de almacenarla. La palabra inteligencia proviene del latín que proviene de intellegere, término compuesto de inter 'entre' y legere 'leer, escoger', por lo que, etimológicamente, inteligente es quien sabe escoger. La inteligencia permite elegir las mejores opciones para resolver una cuestión. También podemos relacionarla con la habilidad de comprender ideas complejas, adaptarse eficazmente al entorno, así como aprender de la experiencia, encontrar varias formas de razonar y superar obstáculos mediante la reflexión.

Definición de erotismo

Tiene una relación evidente con la sensualidad, la sexualidad y las capacidades de atracción entre los dos sexos (o el mismo sexo en caso de orientación homosexual). Erotismo y sensualidad están muy unidos aun cuando no signifiquen lo mismo; tienen una gran conexión entre sí pues las dos buscan atraer e incitar a otras personas. El erotismo trasciende la sensualidad porque comprende expresiones faciales complejas, actividades del cuerpo y manifestaciones verbales. Estas últimas abarcan señales sonoras o visuales específicas, simbolizadas por el lenguaje. El erotismo puede adoptar mayor o menor tendencia a la sexualidad dependiendo de la intimidad y la intencionalidad con que se emplee. Lo erótico tiene que ver con el espacio que nos hace desear lo que no es seguro y considerado un hecho.

La inteligencia erótica

Uniendo ambos conceptos, entonces, la inteligencia erótica consiste en la elección adecuada de actitudes, conductas y expresiones orientadas a resolver lo más placenteramente posible los deseos humanos relacionados con la sensualidad, el erotismo y la sexualidad. El concepto implica la selección entre muchas opciones. Lo que significa que es necesario, para ser capaces de practicar la inteligencia sexual, conocer que existen diversas alternativas entre las cuales escoger, cuya elección consciente y voluntaria facilitará la satisfacción de necesidades propias y de la pareja sexual, para ofrecer variedad, movimiento, cambio y la posibilidad de goce permanente.

Imaginación y creatividad

Si no sabemos percibir los actos como distintos cada vez, lo repetitivo anula el deseo. Para destrabar el nudo del aburrimiento, primero se requiere registrarlo. Darse cuenta de que algo está faltando. Imaginación, creatividad, novedad pueden expresarse en el sexo de distintas maneras. Por ejemplo, experimentando nuevas conductas sexuales, llevando a la práctica fantasías, haciendo el amor en lugares distintos al habitual, cambiando de roles, proponiendo una búsqueda del tesoro sexual, jugando al póker -o cualquier otro juego de mesa- streaptease, usando juguetes o ropa sexuales, hay quienes disfrutan con el xxxxxx de parejas -para lo cual es imprescindible estar muy bien con el compañero/a y ponerse de acuerdo en ciertas reglas claras-, sexo oral o anal si no está dentro de las prácticas habituales, entre otras muchas posibilidades.

Una de las conductas más sencillas y muchas veces olvidadas para encenderse son los besos. No solamente los besos en la boca, en sus distintas partes y con distintas profundidades (labios, lengua, dientes, paladar, con mayor o menor intensidad y velocidad), sino en las diversas partes del cuerpo (tenemos decenas de metros de piel donde besar y acariciar): las orejas, el cuello, los hombros, la nuca, las palmas de las manos, la cara, la clavícula, la cintura, las nalgas, la espalda, los dedos, los pies, la panza, la parte posterior de las rodillas y sigan pensando y descubriendo ustedes.

¿Tener intimidad es sinónimo de buen sexo?

Una buena conexión emocional no siempre garantiza una buena vida sexual: no es posible desear lo que ya se posee, aunque la buena noticia es que se puede disfrutar lo que se tiene. Uno de los males de esta época es el foco que se suele hacer en lo que falta, en lugar de lo que hay. Si pensamos: ¿cómo podemos mejorar una relación en la que nos sentimos cómodos? ¿qué comportamientos distintos enriquecerían el encuentro con alguien a quien quiero y respeto? Probablemente, encontremos respuestas.

La intimidad es la disposición a mostrarse vulnerable delante del otro, sabiendo que no usará esa vulnerabilidad en mi contra, y es también el compartir cuestiones muy profundas, que se cuentan a muy pocas personas. Tener intimidad no es garantía de que el sexo será disfrutado. Sin embargo, como para que haya intimidad es necesario abrir un espacio profundo y personal y mostrar quienes somos de verdad, esto podría contribuir a mejorar la inteligencia erótica porque nos permite abrir el conocimiento real sobre la otra persona y sobre nosotros mismos.

El problema se produce cuando esta intimidad se confunde con la comodidad sin cuidado que produce la rutina: irse a la cama con la peor ropa interior, pijama o camisón que tenemos, acostarse con ruleros, no depilarse, descuidar la estética y el olor corporal, evitar resolver los conflictos, dejar cosas no dichas que producen resentimiento, criticar, la falta de disponibilidad sexual, olvidando que para seducir a nuestra pareja sexual necesitamos considerar cómo podremos seguir encendiendo su deseo, sus ganas de acercarse y de disfrutar juntos. Para detectar estos posibles asesinos de la seducción, podríamos preguntarnos: ¿yo haría esto con una persona a quien acabo de conocer y a quien quiero seducir? La respuesta nos dará la pauta.

El fuego necesita aire

Una de las características del sexo que atrae es que ofrece un cierto espacio para que el deseo se produzca, generar las ganas del acercamiento, provocando una cierta distancia necesaria. Jugar con las miradas desde lejos, seducirse acercándose (un poco) para besarse y mantener por un rato este espacio, sin tocarse de inmediato. Es por esta razón que a veces a las parejas les hace bien extrañarse, darse lugar para sentir el deseo y no dar “por sentado” que el otro está.

El erotismo como ritual

Si aprendemos a asumir el encuentro erótico como un ritual, consciente y con una intención clara de disfrute, seguramente seremos capaces de elevar la calidad de la relación llevándola un paso más allá. Los componentes que forman parte de un ritual son:

considerarlo una ceremonia: un acto a través del cual se ofrece culto a las cosas divinas, o reverencia y honor a las profanas
tener una intención definida: vivirlo, gozarlo y agradecerlo en plenitud
elementos especialmente elegidos para tal fin (pueden ser cremas o aceites para masajes, música, una comida especialmente preparada que ambos disfruten, flores, aromas, un espacio íntimo y cuidado, quizás juguetes sexuales, ropa)
conductas orientadas específicamente al fin de la intención
tiempo y espacio dedicados, considerándolo un momento especial y único.
Respeto a la individualidad

Las personas eróticamente inteligentes tienen un gran respeto a la individualidad. Esto significa que son capaces de estar presentes, cada vez, con la persona con quien están y reconocer sus características únicas, sus deseos y gustos, sus tiempos, sus miedos y sus fantasías. Esto implica saber y aceptar que cada persona es diferente y que quizás lo que a una pareja anterior le gustaba, esta no lo disfruta tanto.

Generar espacios eróticos

El erotismo, para florecer, necesita dedicación. Si queremos que, como una planta, crezca y dé flores y frutos es necesario cuidarlo, regarlo, quitarle las malezas (creencias y mandatos limitantes, conflictos), darle un espacio específico en la agenda. Eso no significa decir de una manera rígida: “los sábados a la noche es el día de sexo”, pero sí considerarlo como uno de los ámbitos a los cuales destinar parte de nuestra energía cotidiana. Toda pareja disfrutará muchísimo más de su sexualidad y sensualidad, reservándose un espacio y tiempo exclusivo de goce erótico y sexual. Es decir, guardar un rato, al menos un día a la semana para estar solos, hacer actividades que a ambos les gusten, seducirse mutuamente (¿recuerdan el principio de la relación?), bailar, comer, hacer el amor, hacerse masajes, ir al parque, escuchar música a oscuras, jugar un juego de roles. En resumidas cuentas, experimentar la presencia mutua a través de los sentidos. La inteligencia erótica requiere la sensualidad para su expresión. Un encuentro sexual sensualizado es más inteligente que uno mecánico y genitalizado.

Cómo desplegar los sentidos

En las primeras cuatro propuestas, una de las personas tiene los ojos vendados y los mantiene así hasta la quinta, en la que abre los ojos, para conectarse con la vista. Puede entonces seguir el juego.

Tacto. Uno de los dos se tapa los ojos. El otro va haciéndole caricias de distinta intensidad,profundidad y en diferentes lugares del cuerpo, sin avisarle dónde irá a continuación, jugando con la sorpresa. Puede, además, usar varios objetos para hacerle tocar y percibir a través del tacto: telas, el propio cuerpo del masajista, meter la mano en un tarro con lentejas, una pluma, masa, pintura con la cual luego pintar mutuamente los cuerpos (body painting), entre otras posibilidades infinitas, abiertas a la creatividad de los amantes. También pueden jugar a que el dador le ata las manos (para que el receptor sólo pueda recibir sin hacer) y todo lo hace con esta modalidad.

Oído. El receptor sigue con los ojos tapados. El masajista (llamémosle así a quien ofrece los estímulos) le susurra al oído, le hace escuchar campanitas, una maraca, el sonido de un instrumento musical, jadeos, gemidos, entre otras opciones.

Gusto. Aquí se puede explorar desde los besos, superficiales y profundos (en la boca y en otras partes del cuerpo) hasta alimentos y/u otras sustancias que pueden ser ingeridas. También aquí hay miles de opciones: chocolate, crema, sal, comidas que al receptor le gustan, caramelos, los genitales del dador/a, los dedos.

Olfato. Este es el sentido más primitivo con el que contamos los seres vivos del reino animal. Dependiendo de aquello que olemos, puede llevarnos a recuerdos muy antiguos o sencillamente a disfrutar plenamente del presente: café molido, una flor, perfume, aceites aromáticos, sahumerios. Cuando dos personas se gustan, uno de los más potentes afrodisíacos es el aroma de la piel del amante. Es posible absorber lenta y plenamente el olor de nuestro amado/a y llenarnos de su esencia.

Vista. Este es el sentido que solemos utilizar de manera más consciente, por eso lo dejamos para el final. Aquí podemos usar velas, colores de las flores o telas, ropa divertida, un baile erótico dedicado especialmente. Y al final (quién sabe, el comienzo del principio), uno de los momentos más eróticos es mirarse a los ojos en silencio y poder entrar en el amante a través de su alma, para luego poder entrar (y dejarse penetrar) en su cuerpo.

Tres pilares para la IE:

Aprender de sexo. Hablar de sexo, leer libros, asistir a talleres, ver películas, es imprescindible para abrir el tema desde la palabra, para conocerse, para descubrir opciones, para saber que existen alternativas. La sexualidad es un ámbito humano muy rico y abundante. A veces aprendemos de maneras muy limitadas y nos quedamos con los primeros patrones aprendidos. Se puede ampliar el conocimiento y por ende en este caso la inteligencia, abriéndose a cosas nuevas y distintas a las conocidas.

Conocerse a sí mismo. Es importante conocer qué y como me gusta, cuáles son mis patrones, cuáles quiero cambiar, qué soy capaz de gozar, a qué sé que puedo abrirme y qué me muestra mi historia sexual como algo repetido. Los patrones repetitivos nos muestran una extraordinaria oportunidad de expandir la propia conciencia sexual y ser cada día más versátiles y eróticamente inteligentes.

Conexión con la otra persona. Escucha atenta, conocimiento, apertura. Aprender a leer a nuestro compañero sexual: sus tiempos, deseos, qué lo/a excita, qué la hace sentir amada o admirado, cómo puedo estar a su servicio para que goce y se sienta amada/o, viva/o y energizada/o.

Lic. Verónica Kenigstein