Nuestra felicidad depende de ciertos factores, nuestra genética, el ambiente en el cual crecemos, pero sobre todo depende de nuestra mentalidad. Nuestros pensamientos, la perspectiva con la cual interpretamos lo que nos sucede y lo que nos rodea, tienen un impacto sumamente fuerte en nosotros. Hoy hablemos de cómo podemos hacer para estimular nuestra felicidad, alcanzar un nivel más elevado de la misma para nuestro bienestar.
Tener una perspectiva del tiempo equilibrada. Ser capaces de poder mirar hacia atrás y encontrar algo positivo en el pasado, más allá de que quizás nuestro pasado no fue todo lo espectacular que hubiésemos deseado, seguramente lo que nos sucedió puede servirnos mucho para crecer o incluso aprovechar con más ahínco las cosas que sí hemos logrado hoy en día. Disfrutar el presente y perdernos el momento es vital para poder aprovechar las experiencias al máximo y no debemos olvidarnos del futuro, armar hermosas metas que nos mantengan motivados y le den un marco de esperanza a nuestros actos. Si nos estancamos únicamente en un área temporal esto puede perjudicar al resto, así que intentemos respetar y aceptar nuestro pasado, disfrutar nuestro presente y planear nuestro futuro.
El dinero no es malo a menos que nos torturemos por obtenerlo. A veces colocamos en las cosas expectativas elevadas, creemos que si tenemos una casa más grande o un auto mejor automáticamente seremos más felices, y no necesariamente es cierto. Nada de malo tiene tener una sana ambición o disfrutar de las cosas materiales, pero si esto se convierte en un instrumento de tortura, un recordatorio constante de que somos fracasados sino llegamos a nuestros estándares, no va a aportar a nuestra felicidad.
El tiempo nos hace más sabios. Con los años nuestros niveles de felicidad se elevan y pueden seguir creciendo incluso hasta muy avanzada edad. Con los años realmente nos hacemos más sabios y comenzamos a hacer lo que queremos, tenemos nuestras prioridades más claras y no nos castigamos tanto por nuestras limitaciones.
Anota cuáles son las cosas sencillas que te brindan felicidad. La felicidad usualmente se esconde en los detalles, en lo cotidiano, simplemente debemos aprender a apreciarlo. Ten en cuenta cuáles son las activades y experiencias que más satisfacción te brindan y comprométete a realizar estas actividades al menos tres veces por semana.
Despierta tus sentidos. Baila, haz ejercicio si quieres, mueve tu cuerpo, escucha la música que te agrada, que en tu hogar encuentres aromas que te fascinen, disfruta una ducha bien fría (tiene beneficios como mejorar la circulación, mejorar el estado de nuestra piel y nos brinda más energía).
Aprende a escuchar. En las conversaciones con tus amigos no seas el centro de atención, escucha lo que tienen para decirte y concéntrate en ello en lugar de estar pensando qué les tienes que responder y respeta los silencios.
No mires tanta televisión. Existen mejores maneras de estimular la imaginación, como leer un libro, dar una caminata mientras se presta atención al paisaje, aprovecha a tomar sol ya que estimula la vitamina D (excelente para evitar huesos frágiles, cáncer de próstata y esclerosis múltiple). Toma cursos, aprende algo nuevo, haz juegos de ingenio. Aventurate a descubrir otras maneras de explotar tu tiempo libre.
Despierta tus fortalezas. En lugar de quemarte los sesos intentando aprender o desarrollar algo que no te agrada, concéntrate en lo que amas y en lo que sí demuestras facilidad. Hay que potenciar lo bueno en nosotros y utilizarlo tan a menudo como podamos.
Manos a la obra, a continuar trabajando en nuestra felicidad, potenciemos nuestra mentalidad optimista y busquemos las técnicas y consejos que más se aplican a nuestro caso.
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