Estando aquí, en esta encarnación, participamos en muchas vivencias extraordinarias. Todo lo que vivimos tiene la finalidad de acercarnos a recordar lo que somos, pero en muchos casos esas experiencias nos envuelven emocionalmente de tal manera que se produce el efecto contrario, olvidanlo cada vez más.
De manera natural, podríamos llegar a ser más felices mientras más años vamos cumpliendo, pero por lo general, somos testigos, de que con los años muchas personas adultas van envejeciendo sumidos en dolores, enfermedades, pobreza, angustia y miedo. Cuando nos sucede esto, es porque hemos ido olvidando en vez de ir recordando lo maravillosos que somos, a medida que ha transcurrido nuestra vida. Lo ideal es que un adulto llegue a decir: me siento a salvo, seguro y confiado, todo está muy bien en mi vida, ya soy feliz.
La increíble aventura voluntaria de utilizar un cuerpo físico por un tiempo, a veces puede resultarnos una tarea muy pesada y traumática. El hecho de creer que somos solo un cuerpo físico y dejar de considerar nuestra naturaleza divina nos juega una inmensa broma que puede resultar muy dolorosa en algunos casos. Creer que podemos estar en peligro, enfermar, sufrir y morir puede transformar una vida cualquiera en un infierno, donde cada día vivido puede seguir confirmando ese sacrificio. Todo este sufrimiento llega a su fin cuando recordamos de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Es importante dedicarse a recordar nuestros orígenes y nuestra verdadera naturaleza. Es algo que podemos comenzar por medio de la utilización del intelecto y avanzar hasta los niveles internos del corazón. Esta iniciativa intelectual, en definitiva, nos llevará a comprobar interiormente la bondad y el amor de nuestro Padre que ha creado el plan perfecto para que podamos recordar y descubrir que no existe otra verdad más que solo buenas noticias.
En muchas áreas de nuestra vida nos ha tocado comprobar que estas buenas noticias ya existen, por ejemplo, cuando encontramos el amor de nuestra pareja ideal, cuando nos sentimos seguros, amados y protegidos, cuando alcanzamos logros importantes o cuando recibimos bendiciones de cualquier tipo. Sin embargo, no acostumbramos a extrapolar todas estas buenas noticias a otras áreas de nuestra vida que se encuentran más complicadas, pensando y sintiendo que esto no es posible allí. Ninguna área de nuestra existencia ha sido descuidada por el Padre, más bien ha sido solo descuidada por nosotros mismos y eso tiene solución.
La solución más corta y directa a todos nuestros problemas consiste en recordar la maravillosa verdad de que solo lo bueno nos pertenece. Esto no es una arrogancia y es perfectamente comprobable y hasta demostrado científicamente. La ciencia ha comprobado los beneficios que obtenemos cuando nos sentimos en paz, alegres y empoderados con el amor universal. Hay evidencia de que estando en un estado amoroso nuestro ADN es activado en más puntos de las cadenas que lo componen, contrario a cuando nos sentimos miedosos, donde nuestro ADN es apenas activado, porque la vibración del miedo es más amplia y salta en puntos más alejados. Esto significa que funcionamos mejor, más atentos, más despiertos, más alegres, más optimistas, más inteligentes, más receptivos y más iluminados cuando vibramos con la frecuencia del amor.
Si aun la ciencia y sus descubrimientos no nos convencen, también es posible comprobarlo sencillamente cuando somos capaces de superar cualquier experiencia complicada y observamos los beneficios que obtenemos al instalarnos en una posición de más poder energético.
Cuando estamos más conscientes de todo lo que somos, estamos más inclinados a utilizar nuestras capacidades, que son muchas y miles. Mientras más capacidades utilizamos mas fácil y agradable se nos hace esta vida. Los años pueden ser maravillosamente bien aprovechados si nos dedicamos a recordar todas estas capacidades y a descubrir cada día una más. Los años de vida nos tendrían que llevar directamente a más felicidad.
Necesitamos escuchar que somos maravillosos para poder activar el recuerdo de aquello. Mientras más lo escuchemos, más posibilidades tendremos de internalizarlo. Mientras mas nos dediquemos a recordar, más maravillosos nos sentiremos porque activamos nuestro potencial divino. Cada día que vivimos es una oportunidad para profundizar en esta búsqueda personal, tan personal, que nadie más puede ayudarnos mejor que nosotros mismos. ¿Quién está más cerca de descubrir que es lo que nos hace bien?
Cada experiencia es una aventura colmada de información que necesitamos procesar. Toda información bien procesada nos acerca más al bienestar. Cada momento de bienestar suma a la espiral que nos lleva a la dicha de vivir. Este trabajo podría convertirse en el trabajo más importante de nuestra existencia, el que muchas veces dejamos postergado por otros intereses que no nos ayudan a crecer y que más bien nos ayudan a empequeñecernos.
No es común ayudarnos unos con otros a recordar que somos maravillosos. Sin embargo podemos comenzar personalmente con esta iniciativa y luego los demás se sumarán porque verán los inmejorables beneficios que esto nos dará.
Patricia González