La fidelidad en la relación de pareja es algo muy parecido a la música, ya que si ésta existe produce una sensación.
El mundo de la música es ciertamente fascinante. Un pianista al tocar una pieza, al meterse dentro de la partitura, al vibrar con cada nota que toca inunda el salón con una fragancia inconfundible que distiende y atrapa a los demás. Pero cómo cambia una melodía cuando hay notas desafinadas, cuando el pianista no es fiel a la partitura, cuando toca a su manera sin respetar los ritmos, los tiempos, los compases de la misma. Ello puede convertir a una gran melodía de un famoso compositor en un conjunto de notas aisladas, llegando a producir un absurdo.
La fidelidad en el matrimonio es algo muy parecido a la música, ya que si ésta existe produce una sensación de armonía en la familia. A su vez, al igual que el pianista que tiene que ensayar, mejorar, pulir la música que toca, el matrimonio para crecer en fidelidad, es necesario que luche por mantener y renovar el amor día tras día. Con respecto a ello, no hay que olvidar que el amor no es un sentimiento pasajero, sino un acto de la voluntad.
Por otra parte, así como los grandes conciertos pueden llegar a costar una gran fortuna, hay que tener en cuenta esta idea básica, que todo lo que vale cuesta y por consiguiente, hay que pagar el precio justo por el compromiso adquirido, por la promesa compartida en el consentimiento matrimonial, donde se pronunció un sí "hasta que la muerte nos separe".
Ahora bien, ¿Cómo uno puede poner en práctica este propósito? En primer lugar, no hay una regla general, unos determinados pasos que siguiéndolos al pie de la letra se alcanza dicha meta. No obstante, es capital tener en cuenta que muchas veces, podemos caer en el error de pensar que es el otro el que tiene que cambiar, y que uno es el que está en lo correcto. En una palabra, lo primero sería examinarse en si luchamos contra la rutina, el acostumbramiento, si sabemos sorprender a nuestro cónyuge, y por tanto, si sabemos salirnos de nosotros mismos. Por dicha razón, el mayor enemigo de la fidelidad es el propio egoísmo. Otro aspecto a destacar es cuidar los detalles, y aquí entran un sin fin de ejemplos, como ser, la puntualidad, el llegar a casa cansado luego de una jornada laboral agotadora y dedicarle tiempo a la esposa/esposo, el no dejarse absorber por el trabajo y pasar momentos a solas, el no abandonar el arreglo personal, etc.
Así como una buena melodía contagia de alegría, paz, serenidad, la fidelidad no sólo favorece a la pareja, sino también a los hijos y a la sociedad entera, dado que la familia es la célula básica de la sociedad. En relación a los hijos, un matrimonio fiel ayuda a sus respectivos hijos en cuanto ellos encuentran en los padres siempre el punto de referencia, el norte, el consuelo y la acogida. De acuerdo a ello, ven a la familia como el lugar al que siempre se puede volver, como señala Rafael Alvira. Asimismo, "la fidelidad entre los hermanos está íntima e indisolublemente ligada a la fidelidad conyugal y a la filial. Porque si los hermanos se reconocen entre sí, ¿a qué se debe? ¿No será porque los hermanos son la misma carne reflejo de la unidad que constituyen entre sí los cónyuges?", según sostiene Rufino Valente.
Por último, Covadonga O´Shea en su libro llamado "La armonía vital", señala un consejo muy sabio que la suegra de una amiga suya le dio previo a su boda. Dice así: "Cada uno de nosotros somos un eslabón en una cadena que une a las distintas generaciones. Tú tendrás, a partir del día de tu boda, la responsabilidad de mantener unido tu eslabón. ¡Qué nada lo rompa o lo destruya! Te juegas la felicidad de tu propia vida, la de tus hijos, y la de tus nietos". En la gran aventura del matrimonio es capital forjar a fuego día a día la fidelidad, la cual es uno de los mejores legados que se puede dejar a las próximas generaciones. Esto, a su vez, abre un camino de esperanza, para todos aquellos jóvenes que no ven cuan importante es éste valor debido a múltiples factores como ser lo que transmiten los medios de comunicación, o el medio que los rodea. Por todo lo dicho, se necesita entre otras cosas una cruzada de fortaleza, de generosidad, de audacia para coronar al matrimonio de fidelidad.
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