Según diferentes estudios, un 10% de la población femenina sufre una Inhibición total de la manifestación orgásmica aun habiendo experimentado múltiples posturas y técnicas.
Hemos visto que muchos de los interrogantes que surgen en torno a la sexualidad femenina, y más concretamente en lo relativo al orgasmo, surgen de una falta de educación sexual y un desconocimiento del propio cuerpo como fuente de placer y comunicación afectiva con el otro. Los prejuicios y creencias que aún existen sobre la sexualidad, dificultan el abandono en las relaciones sexuales, algo fundamental para disfrutar y llegar al clímax.
Pretender generalizar determinados comportamientos o vivencias de las mujeres ante la sexualidad es un error. Las diferencias con que las mujeres viven su sexualidad son patentes, así como la forma y manera con que éstas tienen sus orgasmos. Podemos decir que esto forma parte de un continuo:
En uno de los extremos podemos encontrar a las mujeres (que son escasas) que simplemente, a través de sus fantasías sexuales, son capaces de llegar al orgasmo sin que exista estimulación física alguna. Sabemos del poder erótico y estimulante de nuestra mente, y algunas lo desarrollan estupendamente.
Otras, también escasas, incorporan a sus fantasías eróticas, juntar y separar rítmicamente los muslos y así producir una ligera presión sobre el clítoris. Esto implica el tensar y relajar los músculos, especialmente los pubococcígeos (envuelven la vagina. Se contrae involuntariamente, tanto durante el orgasmo femenino como el masculino).
Algunas, con sólo con los preliminares, caricias en los pechos, muslos, etc., consiguen tener orgasmos. No es algo habitual, pero las hay.
Mujeres, las más, que precisan de la estimulación del clítoris para lograr el orgasmo, cosa que suelen acompañar de fantasías sexuales. La fantasía se hace imprescindible en la sexualidad de muchas mujeres, aunque no siempre lo digan.
Hay mujeres más inhibidas, que no tienen problema en masturbarse cuando están solas, pero que son incapaces de hacerlo en presencia de su pareja.
Mujeres que no tienen suficiente con la estimulación manual u oral y que necesitan la intensa estimulación proporcionada por un vibrador.
Mujeres, las menos, que consiguen alcanzar el orgasmo con la penetración, adoptando una posición donde el clítoris se vea estimulado directa o indirectamente.
Mujeres, cada vez más, que disfrutan de su sexualidad solas o en pareja; que se masturban solas o en presencia de su compañero/a; que expresan lo que les gusta, cuándo y de qué manera. Mujeres que saben que no siempre lo importante es tener un orgasmo, mujeres que desean vivir y disfrutar de su sexualidad sin prejuicios ni roles establecidos.
Con lo anterior podríamos establecer diferentes respuestas orgásmicas:
a) Mujeres que alcanzan fácilmente el orgasmo en situaciones no complejas.
b) Otras que requieren una estimulación clitoridiana intensa y prolongada, incluso en estados de gran excitación.
c) Mujeres que aun después de una estimulación prolongada, no consiguen alcanzar el orgasmo. La mayoría de estos casos podrían atribuirse a aspectos culturales como: la inhibición sexual femenina propia de nuestra sociedad, aunque afortunadamente esto parece ir cambiando.
Existe indudablemente una gran variedad fisiológica en el umbral orgásmico. Umbral que suele ir cambiando en el transcurso de la terapia, siempre y cuando tengamos en cuenta las variables físicas, psicológicas y las culturales, así como su influencia tanto en la facilitación como en la inhibición del orgasmo.
Lo importante no es la manera en que se alcanza un orgasmo, sino lo que se disfruta durante el encuentro. El objetivo no debe ser conseguirlo a toda costa, sino disfrutar de ese momento. Tener muchos orgasmos no es el resultado de pasárselo muy bien con la pareja, hay mujeres que tienen pocos pero muy intensos y los disfrutan mucho.
Si queremos tener orgasmos es preciso un aprendizaje previo, que inevitablemente pasa por el conocimiento de nuestro cuerpo, olvidándonos de prejuicios sociales que dificulten vivir una sexualidad libre y placentera, sabiéndonos responsables de nuestro propio placer sin buscar culpables.
Raquel Díaz Illescas.
Psicóloga.Terapeuta sexual y de pareja.