Muchos consideran una persona ambiciosa como aquella que no tiene límites para lograr lo que desea e inclusive es destructiva. Otros suelen asociar la ambición al deseo de ganar dinero (codicia).
Sin embargo, nos preguntamos ¿Qué ocurre si este deseo de superación está bien encauzado y se convierte en el motor necesario para alcanzar metas personales o profesionales? ¿No habrá, acaso, una ambición positiva?
La ambición nos impulsa a intentar hacer las cosas mejor, a no bajar los brazos, a ser perseverantes y a no darnos por vencidos frente al primer contratiempo u obstáculo.
Hay que admitir que ser demasiado ambicioso puede resultar peligroso, para la persona y para quienes se relacionan con ella. El perfil clásico del ambicioso es el de alguien ávido por adquirir riqueza material y tener y/o ser más que los demás a cualquier precio y por cualquier camino. En el otro extremo, una persona que carece de ambiciones tiende a reprimir sus aspiraciones y puede precipitarse en el fracaso o la mediocridad.
En el medio están las personas que se trazan metas y buscan conseguirlas. La ambición les asegura la dosis de energía y coraje para concretar los deseos, planes o aspiraciones. Es allí cuando hablamos de una ambición saludable o positiva.
En otras palabras, la persona es responsable de sus logros y sus éxitos son la consecuencia de su esfuerzo, tesón y capacidad. Se siente orgullosa de su rendimiento y sus resultados. Incluso puede aceptar fallos y fracasos como consecuencia de sus acciones y decisiones.
Su misma ambición de ser cada día mejor le permite aprender de sus errores. La ambición se puede dar en lo material, lo espiritual, lo afectivo y para ser mejor persona, sin que eso signifique pasar por encima de otros.
Igualmente, existen personas que dedican su vida a un logro altruista; la ambición también puede ponerse al servicio de una causa solidaria.
Cómo diferencia un ambicioso positivo de otro negativo
Un ambicioso sin límites se caracteriza por:
Constante búsqueda de metas y desafíos cada vez más difíciles.
Necesidad de probar que es capaz de obtener lo que se propone.
Insatisfacción permanente con lo alcanzado, la mirada en el futuro.
Desvalorización de los logros obtenidos, nada parece ser suficiente.
Deseos imperiosos de vencer a los posibles competidores.
Necesidad incontrolable de querer siempre un poco más.
Condicionar su valor como persona con el éxito que obtiene.
Necesidad constante de controlar.
Usualmente una persona con ambición positiva
Ve las aspiraciones como un camino para crecer ante las dificultades.
Considera los obstáculos como una manera de superarse
Es creativo.
Desea que los demás también logren su crecimiento personal.
Tres consejos para ser un ambicioso positivo
Confeccionar una lista con las metas ambicionadas.
Hacer tres columnas: una con los "pro", otra con los "contra" para conseguir cada una y otra con las personas involucradas y afectadas.
Si un proyecto requiere un esfuerzo excesivo de tiempo, energías o renuncias varias, analizar qué beneficios se recibe a cambio y si se justifica.
Preguntarse con sinceridad hasta dónde se quiere llegar y cómo compatibilizar esa ambición con otros aspectos de la vida.
http://www.rrhh-web.com/Ser_ambicioso_es_positivo_o_negativo.html