El proceso de encarnación es sumamente largo y variado. Desde el punto de energía pura que somos cuando estamos indiferenciados en Dios/Diosa, es complejo asimilar la variedad de posibilidades y limitaciones que entraña la materia. Pasamos por muchos estados hasta llegar a los niveles de dimensiones superiores, cuando comprendemos las múltiples cualidades de la Luz y la infinita fecundidad de la Creación.
Para circunscribirnos a lo que nos está sucediendo en este estrato dimensional, observamos dos principios, el Positivo y el Negativo, la Dualidad. Como tendemos a movernos en la moralidad, asignamos aspectos de Bueno y Malo a estas polaridades y así perdemos de vista la profundidad que implican. Nos quedamos congelados en lo que está bien y lo que está mal, en la bondad y la malignidad, lo correcto y lo incorrecto en lugar de evaluar desde el punto de vista de qué y cómo estamos aprendiendo en cada polo.
Para comenzar:
POSITIVO: masculino, nacimiento, día, Sol, luminoso, caliente, seco, movilidad, búsqueda, dinamismo.
NEGATIVO: femenino, muerte, noche, Luna, oscuro, frío, húmedo, quietud, espera, paciencia.
Es fácil observar cómo las características de lo negativo son subvaloradas o, directamente, rechazadas en el mundo que vivimos. Sin embargo, no connotan maldad o daño sino partes opuestas y complementarias, que se armonizan en un movimiento constante. En realidad, la unión y transmutación de la dualidad conforman la unidad, la integración final a la cual dirigirnos.
En las formas de aprendizajes, también encontramos esta polaridad. Por su lado negativo, encontramos sabiduría; en el positivo, amor. El primero está circunscripto al tiempo y las limitaciones. Nos ponemos dificultades y buscamos trascenderlas, con decisión y valor. Si no lo hacemos, comenzamos a sufrir las consecuencias rápidamente. Esto debería ser la señal para movilizarnos a resolver el problema, pero, muchas veces, continuamos repitiendo el proceso hasta que o lo solucionamos o nos lastima severamente. Nos pone a prueba para sacar el potencial que traemos para crecer. Es un aprendizaje veloz y exigente: no podemos aguantar mucho la confusión y el dolor.
El positivo, por el contrario, cuenta con el tiempo y la ayuda necesarios para la transformación. Podemos elegir libremente las maneras y los caminos en que deseamos movernos. Avanzamos contenidos por la creación y la alegría inherentes a su concreción.
Como Humanidad, estamos involucrados en un aprendizaje negativo llevado a un extremo cruel y desigual. Este tipo de aprendizaje tiene sus beneficios, puede darnos sabiduría, profundidad, voluntad y valentía, si lo hacemos con conciencia y desapego.
Estamos en un período de enorme apoyo y amparo hacia la evolución. Es hora de explorar el aprendizaje positivo, de realmente utilizar el libre albedrío, de extraer potenciales a través del amor y la labor constante en la luminosidad.
Cuando comenzamos este camino, nos sentimos extraños. No sólo dentro nuestro sino con los demás. La sociedad está vibrando en mensajes y acciones de un negativismo vacío y sin sentido, que sólo genera más sufrimiento y lucha. Sin embargo, cuando nos alejamos de este modelo y nos volvemos hacia nuestro interior, cuando aprendemos a utilizar el aprendizaje positivo, amándonos y aceptando la abundancia y la creatividad que traemos, eso nos sirve a todos, ya que introducimos un nuevo paradigma a la realidad, para beneficio del bien mayor. Es nuestro derecho de nacimiento y también nuestro deber. Ser felices.
http://www.abrazarlavida.com.ar/