Seguramente si a la mayoría de nosotros nos preguntaran si creemos que con confianza, intención y motivación se puede conseguir todo lo que nos propongamos, la respuesta sería sí. Si nos preguntaran si creemos que todo puede ser posible si te lo propones, si le dedicas toda tu pasión y si te concentras en trabajar para y por tus metas, la respuesta probablemente seguiría siendo sí. Sin embargo, ¿Por qué nuestro comportamiento no corresponde con lo que tan convencidamente creemos que es posible? ¿Por qué no dedicamos todos nuestros esfuerzos en perseguir nuestros sueños, en vivir al máximo independientemente de los obstáculos que nos podamos encontrar, y por el contrario nos conformamos con una vida que nos ofrece sólo circunstancias que no sólo no están alineadas con lo que queremos, sino que en muchas ocasiones, están directamente opuestas a nuestros deseos?
Muchas de las respuestas a estas preguntas se pueden resumir en una sola: ¿Por qué creemos lo que decimos pero no lo demostramos haciendo lo que decimos que creemos?
Desde un punto de vista racional la mayoría de las personas quieren mejorar, quieren sentirse bien y quieren prosperar en la vida. No sólo lo quieren, sino que también creen conscientemente que lo quieren. Sin embargo, es nuestra programación mental, sí, ese conjunto de hábitos y creencias que llevamos integrado en nuestra mente desde pequeños, la que nos hace, de forma automática e inconsciente, seguir cómodos, y corroborar toda la lista de motivos que nos hace permanecer inmóviles, haciendo lo de siempre, buscando causas en nuestro entorno que nos permiten quedarnos tranquilos con la decisión de no hacer nada nuevo al respecto. “Es lo más sensato”, nos dice, “está clarísimo”, “tienes toda la razón en no dar el paso y quedarte donde estás”. “Cualquier otro camino te llevará hacia el riesgo, el peligro, la incertidumbre, y todo eso no lo queremos, verdad?”
La buena praxis de nuestras vidas se demuestra en la coherencia entre nuestras creencias y nuestro comportamiento. Te propongo tres pasos para retomar esa coherencia y vivir íntegramente en línea con tus valores y tus metas en la vida:
1. Identifica en qué área de tu vida no tienes claras tus prioridades o hay contradicciones. ¿dónde sientes que cada paso que das hacia delante cuesta el triple que los que retrocedes hacia atrás? En este área seguramente sea en el que una parte de ti está queriendo despegar hacia nuevas cotas de altura, hacia un nuevo estándar, pero otra parte te retiene de una forma “sensata” y “segura”.
2. Toma perspectiva una vez hayas identificado esas dos partes enfrentadas, y traza un plan para que negocien un acuerdo entre ellas y contribuyan a darte claridad en tus prioridades. ¿En qué te beneficia cada una de ellas? ¿Qué está dispuesta cada una de ellas a ceder para llegar a un acuerdo? ¿Cómo pueden combinar fuerzas las dos partes para cumplir tu meta?
3. Escribe el acuerdo al que lleguen esas dos partes a modo de declaración personal, con una frase afirmativa y en tiempo presente y léela tan frecuentemente como puedas, incorporándola poco a poco a tu día a día.
¿Sabes que la gran mayoría de nuestros pensamientos, creencias y comportamientos son inconscientes? Usa tu parte consciente con técnicas como la que te presento en este post para reconciliar y alinear internamente tus prioridades y tu entorno responderá.
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