Día tras día vivimos expuestos a un gran número de mensajes que tienen la clara intención de incidir en nuestros comportamientos, es decir, nos dicen cómo debemos actuar y cómo debemos pensar, envolviéndonos entre los mantos del engaño para que el verdadero ser que llevamos dentro viva en represión y en un entristecimiento crónico. Es paradójico que nos digan que podemos ser originales cuando nos entregan una lista en la cual debemos elegir nuestra vida, porque si optamos por algo diferente, lo más probable es que vivamos entre señalamientos y críticas destructivas que golpearán fuertemente nuestra autoestima y nuestras relaciones sociales.
Todos hemos vivido estos casos o por lo menos hemos estado cerca de ellos y hemos podido observar que el prejuicio es la raíz que alimenta las discriminaciones y las intensiones de aquellas personas que no tienen otro oficio más que el de denigrar de sus semejantes. Se señala porque sí y porque no, porque eres soltero, porque eres divorciado, porque no tienes hijos, porque los tienes, por tu profesión, por tu trabajo, por tus decisiones, por tus sentimientos… Y al final de todo, nos queda una sola pregunta: ¿qué es lo que para la gente está bien? Y más aún, ¿por qué debemos hacer lo que otros quieren?
En la vida no podemos hablar de lo que está “bien” y de lo que está “mal”, más bien debemos hablar de las cosas que nos hacen felices y las que no. Este mundo no es un tribunal en donde sólo hay acusados y jueces, verdugos y víctimas, culpables e inocentes. Este mundo tampoco es a blanco y negro, hay tantos colores y tonalidades como podemos llegar a imaginar, por ello, no hay razones para darle peso a palabras llenas de necedad y obstinación.
¿Sabes en realidad qué es lo malo?
Lo malo es que sigamos haciendo lo que los demás consideran está bien, en lugar de luchar por lo que verdaderamente nos hace felices. Lo malo es que nuestra vida no sea NUESTRA y vivamos al pendiente de palabras que en lugar de aportarnos y llenarnos de ánimo, nos aminoran la fortaleza y nos hacen pensar que erramos en todo.
Siempre existirán personas que nos arreglen el camino de un y mil maneras. ¡Claro! Siempre es mejor “ver los toros desde la barrera” y no estar en la arena poniendo en juego tus sentimientos y tu futuro. Pero lo que nosotros debemos saber es que no importa lo que los demás piensen o digan de nosotros. Lo importante es lo que nosotros pensemos de nosotros mismos, porque si pensamos que somos triunfadores, lo seremos; pero si elegimos la derrota, lo más probable es que siempre caigamos de rodillas ante las circunstancias.
Nosotros somos quienes tienen el poder de decidir sobre las cosas que entran a nuestro corazón y las que no… Tenemos el derecho de cerrarle la puerta a las palabras que sólo nos destruyen. Tenemos la obligación de abrirle el alma a la visita del amor y las bienaventuranzas del camino.
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