Así como tienes el derecho y la buena costumbre de formarte tu propia opinión y defenderla, también tienes derecho a cambiarla.
Cambiarla, sin tener que sentirte culpable porque alguien te recrimine que ayer pensabas de manera distinta.
Cambiarla, aunque esa persona, frustrada por no poder predecirte o controlarte, te acuse de ser indeciso, voluble y de que no hay quien te entienda.
¿Por qué has de sentirte mal cuando cambias de opinión?
El mundo cambia a cada instante. También lo hacen las circunstancias, las personas que te rodean y tú mismo. Por lo tanto, es natural que también cambien tu ideas y tus opiniones, porque éstas se forman en un contexto determinado.
A mi parecer, es mucho más preocupante mantenerse inflexible y no cambiar de opinión pese a que todo cambie alrededor. Eso deja ver la cerrazón a las nuevas experiencias, a distintos puntos de vista, a la información, a la reflexión… al pensamiento. Y, quien no piensa, no puede cambiar de opinión.
Cambia, sin miedo
Imagina que, después de haber tomado una decisión, reflexionas y tomas en consideración factores que no habías tenido en cuenta al principio.
Quieres cambiar tu decisión inicial, pero te encuentras con un dilema: Si cambias de idea, alguien se molestará por ello. Si no cambias, podrías lamentarlo en el futuro. ¿Qué camino tomar?
Sugerencia: Cambia. Rectifica y, si lo tienes claro, hazlo cuanto antes.
Tienes derecho a decir: “Me equivoqué“, si es el caso.
También a sorprender al mundo: “Se me ha ocurrido algo mejor.“
O puede que a echarte a atrás en esa propuesta que ya no te parece tan tentadora: “Ya no me interesa.“
¿No te parece que todas las personas tenemos derecho a cambiar sin sentirnos culpables? Pues, tú que le das ese derecho a los demás, dátelo también a ti mismo.
http://tusbuenosmomentos.com/2012/10/cambiar-de-opinion/