Ante las burlas de los demás, lo más apropiado es tenerles compasión. Porque sólo aquel que se critica a sí mismo, puede criticar a los demás.
Sólo quien no se soporta a sí mismo, encuentra insoportables a los demás.
Y sólo quien no se acepta a sí mismo, encuentra inaceptables a los demás.
Cuando se burlen de ti, intenta percibir el grito desesperado de ayuda por parte de quien ha lanzado la burla.
Y entonces hallarás a un ser desvalido y temeroso que ha visto en ti, las características que aún no ha aceptado en él.
Ese individuo intenta aliviar su sufrimiento proyectándolo sobre ti, pero eso no hace sino dificultar todavía más el reconocimiento de esos aspectos suyos que ha rechazado.
¿Por qué devolverle el golpe e infligirle más dolor del que ya está padeciendo?
¿Le pegaríamos a un bebé que grita de dolor porque le están saliendo los dientes? ¿No aliviaríamos más bien su angustia, abrazándolo contra nuestro pecho?
Recuerda que el desprecio y las críticas de una persona hacia otra sólo indican una cosa: desconexión de su Yo más profundo, o para ser más precisos, obstrucción del flujo de comunicación con esa parte expandida suya que es todo amor y compasión.
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