No dejas de compararte con los demas, porque has olvidado que eres INCOMPARABLE.
Dos copos de nieve pueden parecer iguales, pero sólo para el ojo inexperto. Cada uno ha cristalizado de una forma totalmente única, y expresa la perfección a su particular manera.
Mirar hacia afuera para determinar tu valía, impedirá que aprecies el verdadero tesoro que albergas en tu interior.
Nadie ha tenido, tiene, ni podrá tener tu sensibilidad y tu perspectiva sobre las cosas.
Eres un hermoso diamante, cuyas caras reflejan la luz de una manera absolutamente singular.
Tu esencia más íntima es idéntica a la de los otros seres con los que compartes esta existencia. Pero la forma en la que la expresas es completamente única.
Dos gotas de rocío son igual de hermosas en sus aparentes diferencias. Pero no hay competencia ni celos entre ellas. Sólo puro gozo de existir.
Por el contrario, mirar a nuestro alrededor para no desentonar, hará que perdamos el norte. Y es que deseamos tanto la aprobación de la gente, que pensamos que nos moriríamos sin ella. Y así, preferimos acallar nuestra propia voz para escuchar mejor la de los demas.
Pero eso es como intentar calzarte un zapato del número 38 cuando tú usas un 40: prepárate para una experiencia de lo más dolorosa.
Además, nunca podrás contentar a todo el mundo. Así que, ¿para qué intentarlo siquiera?
Tu padre quiere de ti que seas más previsor. Tu novia, que no lo seas tanto y que te dejes llevar más por la espontaneidad.
A tu madre le gustaría que fueras más responsable. A tu amigos, que no lo fueras tanto y que dejaras de ser un aguafiestas.
De modo que, si dejas que cada uno de ellos tire con fuerza para su lado, acabarás hecho un asquito.
Y no necesitas resistirte a sus intentos de controlarte. En lugar de eso, agradéceles sus buenas intenciones, y haz después lo que consideres más apropiado.
Así que recuerda: La vida no es una carrera en la que compites con otros participantes para ver quién llega primero a la meta.
En las Olimpiadas sólo puede haber un ganador por modalidad. Pero en la vida, TODOS podemos ser ganadores, siempre que no olvidemos que nuestro éxito no se mide por la velocidad, la fuerza, o la resistencia. Se mide por la sensación de satisfacción y disfrute que experimentamos mientras nos desplazamos por la pista, saboreando cada paso que vamos dando, y sin que nos importe lo más mínimo cuánto nos queda para la línea de llegada, o quién va delante de nosotros.
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