Nemesis CO-CREADOR@
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| Tema: El Diablo de las peñas Lun Feb 11 2013, 06:17 | |
| Ukamar Zupay significa “diablo de las peñas”. Y así fue bautizada por los Kollas, habitantes del norte argentino, una extraña criatura que nada tiene que envidiarle al célebre Yeti del Tíbet. Dicen que tiene figura de hombre, aunque cubierto de pelos, y que su cabeza es curiosamente puntiaguda. Diferentes versiones coinciden en que emite agudos chillidos. Aunque algunas veces es capaz de proferir gritos aterradoramente humanos. En julio del año 1956, el geólogo polaco Claudio Level Spitch realizaba trabajos de campo en el cerro Macón, en la desolada región de Tolar Grande, en Salta. A 5700 metros de altura, Spitch descubrió las inquietantes huellas de un ser bípedo. Según el científico, estas huellas excedían toda posibilidad humana, ya que superaban los 40 centímetros de largo. Días después de que Spitch hiciera público su relato a través del diario salteño El Tribuno, el arriero Ernesto Salitonlay tuvo un encuentro muy extraño. Según la denuncia presentada por el hombre en el destacamento policial de Quebrada de Agua Chuya, se había topado en una hondonada con un extraño ser cubierto, ágil como un mono y cubierto de espeso pelaje. La criatura, al verlo, comenzó a proferir gritos tan agudos que los animales del arriero comenzaron a desbandarse, aterrorizados. El hombre declaró entonces haberle disparado con su escopeta, poniéndolo en fuga, aunque la bala no consiguió alcanzarlo. Poco después, en agosto de ese mismo año, una tormenta de nieve forzó al minero Benigno Hoyo a pasar la noche en una cueva de la zona de Quitillipi. Grande fue su sorpresa al descubrir el interior de la caverna ya ocupado por un robusto ser cubierto de abundante pelo. El minero disparó en la oscuridad y por los lamentos que oyó a continuación, creyó haber acertado. Sin embargo, nada más supo de la extraña aparición. Según Hoyo, la criatura tenía un tamaño similar al de un oso. Pero no hay osos ni monos en Tolar Grande. Ni en toda la región andina. En la actualidad, Ukamar Zupay, que camina como un hombre pero corre como un oso, parece haber desaparecido. Nadie recuerda haberlo visto en años, y ya no aparecen en la zona pájaros malheridos, nidos saqueados ni cadáveres de cabras destrozadas. Pero todavía hay quien dice oír algunas veces, cuando cae el sol, gritos que bajan de la puna desolada. Gritos aterradoramente humanos. | |
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