A su lado conteniendo el aliento, se encontraba ella con miedo a perderlo, ilusa porque creía en la mentira que sería suyo, que sería real, que sería su héroe. Temerosa e insegura se preguntaba que debía hacer para tenerlo con ella, para recibir ese amor con el que tanto soñaba, de aquel que tanto anhelaba. Y el se preguntaba que hacer para tornar el juego mas divertido.
Un juego se volvió aquello, en que los dos se querían y aunque no se lo decían, los dos bien lo sabían. Estupidez se llamaba aquel juego, que peligroso era, ella bien lo sabía; e ignorando las advertencias de casi todo el mundo ella optó por seguir jugando.
El juego continuaba, con sus diversiones al igual que complicaciones; el se divertía mientras ella lentamente caía. Aunque claro, ella siempre sonreía.
El seguía con su vida mientras que a ella solo le importaba el juego, tonta mujer que se dejó vencer por un anhelo, de un amor tan fuerte que ella le llamaba juego.
Como en todo juego hay un ganador y un perdedor, ella ganó muchas lágrimas y el perdió a la mujer que habría dado la vida por el.
Separados por la distancia y el hielo en el que ella se había convertido, no volvieron a hablar.
Los dos siguieron su camino, hasta que la vida los volvió a juntar. El quería verla y a ella le daba igual.
Ella sin ayuda de nadie logró levantarse, dejando en el camino muchas cosas, mas no el amor que alguna vez sintió por el, aunque las rosas de ese amor ya estaban marchitas. Decidieron verse.
Los momentos fueron lindos y era muy curioso, aquello era todo lo que ella alguna vez quiso. Podía verlo en sus ojos, en sus besos, el la había extrañado mas de lo que ninguno hubiera imaginado. Pero ella, sonriente, sabía que no pasaría, que no volvería a jugar. Estaba feliz a su lado, pero aquella magia ya se había terminado.
Se hacía tarde y el reloj seguía avanzando, la despedida se acercaba.
Un beso y un abrazo largo, seguido de aquel beso que la marcó por completo, dejando al desnudo un par de lágrimas; que eran por el claro, por ese sueño que alguna vez fue y pesadilla se tornó, ella lloraba por que aquel sueño que había terminado cuando se levantó, cuando despertó, sin un corazón que latiera por nadie, aquél corazón que EL llevaba a todas partes, que era suyo, y que nunca lo supo, ella se lo había regalado hacía ya mucho tiempo .
La primera lágrima contaba la historia de la tonta enamorada, la segunda le gritaba a aquel corazón que despertara, y también le gritaba a aquel chico que lo amaba, que lo extrañaba, pero solo eran lágrimas.
Cada uno tomó su camino; el, con el peso de un corazón que lo amaba, sin poder tenerla nunca a ella, que siguió vagando, sonriente y esperando inútilmente que la magia regrese algún día.