Por Marinela Ramírez
Buscadores de la Luz
Al recibir la energía Reiki la persona (el paciente) toma conciencia de su origen divino, se conecta con la luz y la trascendencia de la vida. Todo ello se traduce en lo que los beneficiados describen como una “profunda paz y alegría interior”. Lo que ha sucedido es que la persona se conecta con su luz interior y se purifica su cuerpo (sus cuerpos, para ser más exacta) y éstos se alinean con su espíritu. Por cierto: el mismo efecto se produce en quien transmite Reiki. Por ello entre reikianos decimos: “sanando a otros, sanamos”.
A aquellos que tienen heridas en el alma, están deprimidos o quebrantados de salud, o que simplemente quieren sentirse mejor, Reiki les aporta luz, serenidad y conexión con la Fuente, la Energía Universal.
Es por ello que Reiki, aun a distancia, produce un estado de profunda relajación y alegría interior que poco a poco va sanando viejas heridas. Y esto sucede en una forma sencilla, amorosa y totalmente natural. El paciente irá recobrando su paz interior y estado de salud. Pero también necesitamos de su colaboración. Es decir, que él esté dispuesto a sanar y ver el origen de su estado de inarmonía. Sin llegar a ese origen no podrá sanar realmente, pues Reiki, como todas las terapias holísticas, están dirigidas a remover las causas de las "enfermedades" y no sólo a suprimir los síntomas, como haría un analgésico (cuando hay dolor), un antidepresivo (en cuadros de depresión), un somnífero (en el caso del insomnio), etc. La sanación va a lo más profundo de nuestros códigos internos y programaciones, conscientes e inconscientes, corrigiendo, realineando, limpiando, hasta llevarnos a nuestro estado original de pureza.
Las programaciones y emociones negativas, así como las acciones negativas, traen como consecuencia la infelicidad. Todo estado alterado empaña nuestra aura y repercute en nuestra mente, nuestro cuerpo físico y espíritu. Reiki armoniza. Y esa armonía es integral: engloba el nivel físico, mental, emocional y espiritual.
Bajo esos preceptos enviamos Reki. Ni siquiera tenemos que pedir por “algo” en particular. Enviamos Reiki a la persona y la energía se encarga de armonizar lo que esté inarmónico. La persona colabora o no y esta colaboración puede no ser consciente, de modo que el paciente recibe energía de sanación y los resultados se van viendo en la medida en que él (o ella), desde su corazón, esté dispuesto a sanar.