Más que el conocimiento, la experiencia o el dinero, para lograr el éxito en cualquier cosa es necesario tener controlado el día a día.
La rutina es un concepto que ha agarrado muy mala fama por canciones, películas, chistes y amores. Desde el punto de vista de muchos, la rutina es lo que hace que quieras salir corriendo, que te busques alguien “aparte” o que te de por lanzarte en paracaídas.
A pesar de su mala fama, hay que reconocerle una cosa a la rutina: es la que genera la continuidad necesaria para el éxito.
Un deportista que recibe la técnica más nueva para ganarle a todos no logrará nada especial hasta que integre el nuevo conocimiento en su rutina diaria.
Un guitarrista puede aprender una nueva escala de notas pero no le servirá de nada hasta que la toque todos los días junto con sus ejercicios diarios.
La rutina no solo es lo que aburre, cansa y hacer que te vayas de tu casa: también es lo que construye las bases de lo que estás buscando.
Todos los días cumples con una rutina para ir a trabajar. Te levantas, te aseas, te vistes, comes algo y sales hacia el trabajo. Al terminar el día, regresas a tu casa. Lo mismo día tras día.
Aunque puede sonar monótono en algún momento, también es lo que hace que todos los meses recibas tu salario, que te consideren una persona competente y responsable y que vayas creando un futuro para tu carrera y tu familia.
¿Qué pasaría si cada cierto tiempo decidieras no ir a trabajar? ¿O ir en la noche en vez del día?
La rutina genera la confianza que necesitas cuando existe alguna situación extraordinaria. Al menos sabes lo que tienes que hacer a diario y de ahí puedes adaptarte más rápido a los cambios que se te presenten.
La rutina ahorra tiempo, ya que sabes exactamente qué es lo que vas a hacer, cómo y hasta a qué hora exactamente. El ya tener tu día planeado (al fin que es igual al anterior) te ahorra el estar pensando en qué es lo que sigue y pone frente a ti lo mínimo necesario para mantener tus resultados.
La rutina también hace que los demás confíen en ti, ya que das resultados predecibles y consistentes. A nadie le gustan las sorpresas, a menos que sean buenas.
Así que si quieres asegurar tu camino al éxito, tienes que hacer una rutina que te lleve ahí. Integra a tu rutina diaria lo que necesitas: leer, hacer un curso, trabajar una hora adicional, etc.
Si no se ha convertido en rutina, no te sirve para alcanzar el éxito.
Para lograr el éxito, hay que tener la actitud ganadora. Lo demás puede venir después.
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