La autoestima se forja a lo largo de la vida. Cada día sucede algo que la mejora o la empeora.
Hay situaciones que no podemos evitar. Por ejemplo, que se rían de nosotros cuando caminamos por la calle o que un cortocircuito accidental destroce la maqueta en la que hemos estado trabajando meses.
Lo que siempre está en nuestra mano es el modo de analizar las experiencias y de afrontarlas.
Una persona con autoestima sana encontrará la manera más constructiva para salir adelante. Sin embargo, alguien con baja autoestima, no sólo no encontrará lo constructivo, sino que se hundirá más aún. Ya se sabe: “A perro flaco, todo se le vuelven pulgas.”
Cada cosa que suceda irá a confirmar lo que piensa esa persona con baja autoestima, que está harta de sí misma tanto como del resto del mundo o de determinados individuos.
Esa espiral de negatividad hace que no pueda levantarse una mañana y girar en el sentido contrario así por las buenas:
¡Venga! ¡Voy a quererme más! ¡Qué guapo soy!
Quiere sentirse mejor, pero no le sale. ¿Cómo va a salirle? No puede cambiar su forma de pensar y de sentir de la noche a la mañana. Si ha estado media vida pensando que es un inútil, ¿cómo puede convencerse instantáneamente de todo lo contrario?
Imaginemos que vamos a reformar y redecorar una casa. No basta con pintar las paredes y llevar muebles nuevos. Como mínimo, habrá antes que arreglar los desperfectos y deshacerse de lo viejo, ¿no?
Pues, aplicado al asunto del post, eso vamos a hacer antes: reparaciones y mucha limpieza.
Para empezar, podríamos echar al camión del cascajo algo de lo que sigue:
NOTA: El camión del cascajo es ése que llega para recoger lo roto e inservible.
El convencimiento absoluto de que uno vale muy poquito. ¡Fuera con esto! ¿Qué pruebas hay? Al menos, que quepa la duda.
Culpas y preocupaciones varias. Que quede sitio para el sofá del relax.
Antiguos fracasos. ¡A la calle! Quedémonos con lo aprendido únicamente.
Críticas de los demás. ¿Qué hacen otros entrando en nuestra casa sólo para ensuciarla? Si dejan algo que sirve, vale. El resto, al camión.
La afición por juzgar a otros. Detrás de esto está el intento de sentirse un poquito mejor comparándose con ellos. ¿Para qué? Se puede brillar sin necesidad de eso.
Envidias. ¿Para qué desear el trocito de pastel de otro cuando uno puede comprar su propia tarta?
La tendencia a auto-observarse tanto. ¿Todo el día pensando en uno mismo? ¿Con todo lo que hay en el mundo? Ay, no… Hay que dejar sitio a más variedad de pensamientos.
Ahí podemos ver que el proceso de sentirse mejor con uno mismo incluye deshacerse de eso que lo impide. Eso es, haciendo limpieza.
¿Qué más echarías tú al camión del cascajo?
http://tusbuenosmomentos.com/2011/06/aumentar-la-autoestima-haciendo-limpieza/