El amor a sí mismo es un decreto natural que Dios puso en tu corazón. Mas cuando te vuelves ególatra, alteras tu plan divino, pues desoyes el mandamiento máximo: “Ama a tu prójimo en la misma medida en que te amas a ti mismo”. El desamor que te tengas causa todo el desajuste mental y emocional que afecta a los que te rodean y puede provocar graves desórdenes sociales. Como dijo el filósofo Séneca: “Cuando eres amigo de ti mismo, también lo eres de todo el mundo”.
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