Si yo renuncio a ser el centro de mi mundo, alguien va a ocupar ese espacio. Si giro alrededor de esa persona, empiezo a estar pendiente de todo lo que diga o haga. Entonces vivo en función de lo que me permitas, de lo que me des, de lo que me enseñes, de lo que me muestres, de lo que me ocultes…
Y por otro lado, cuando me doy cuenta de que soy el centro del mundo de otro, me empiezo a asfixiar, me pudro, me canso y quiero escapar…
Mi idea del encuentro es: dos personas centradas ellas en ellas mismas que comparten su camino sin renunciar a su centramiento. Si no estoy centrado en mí, es como si no existiera. Y si no existo ¿Como podría encontrarte en el camino?
Esta postura, es individualista, egocéntrica y saludable… las 3 cosas.
Hay que tener el coraje de ser el protagonista de nuestra vida. Porque si se cede el protagonismo, no hay película.
¿Desde qué lugar negociaría si no me prefiriera a mí antes que a ti? Puedo quererte y estar dispuesto a ceder un poco porque además de quererme a mí te quiero a ti: pero entre los dos, no hay duda de que me prefiero a mí.
Por mucho que nos guste o no nos guste, repito, cada uno de nosotros es el centro del mundo en el que vive.
AUTOR: Jorge Bucay.
LIBRO: El camino del Encuentro.