Si nos mantenemos atentos al lenguaje corporal de las personas que nos rodean, podremos conocer sus necesidades y sentir el verdadero latir de sus emociones. Decide comunicarte con mayor profundidad.
La voz del silencio
Vivimos rodeados de tanto ruido que, muchas veces, nos resulta imposible escuchar lo que los otros tienen para decirnos. Pero para comprender a quién tenemos enfrente, debemos mirar más allá de sus palabras. Los silencios son modos de protegernos, de no exponer los deseos más profundos de nuestra alma, esos sentimientos furtivos que anhelan ser atendidos. Para poder traspasar el ruido que nos absorbe y conectarnos con los silencios como forma de expresión, debemos derribar las barreras del lenguaje y enfocarnos en la riqueza de los gestos y las miradas, conteniendo nuestras interpretaciones, nuestra ideología, nuestros prejuicios y nuestra propia voz interna, para poder, por fin, descubrir la del otro. Escuchar con cuerpo y alma es tener la voluntad para ir más allá de las palabras y conectarnos con los pensamientos más profundos de quien tenemos delante.
Todos los estilos
La escucha del sordo. A menudo nos encontramos con personas a las que, cuando les contamos algo, simultáneamente ponen en juego las palabras que oyen con sus propias ideas y preconceptos, cuestionándolas, debatiendo y, frecuentemente, rechazando lo que les decimos, ya sea por no estar de acuerdo o por falta de interés.
La escucha receptiva. Quien logra descartar sus propios pensamientos, su intelecto y su egocentrismo, puede alcanzar la escucha emocional y realmente conectarse con su interlocutor. Entablar una comunicación sincera, desde la simpatía y el amor, hará que el otro exponga sus sentimientos sin miedos.
La escucha del sabio. Esta forma de comunicación requiere de gran inteligencia emocional. Se trata de asimilar adecuadamente lo que nos quieren decir, sin necesidad de que nos lo expresen explícitamente. Son quienes prestan atención a las palabras, pero también a los gestos, las miradas y los silencios, y se interesan, no ya en lo que el otro diga, sino en lo que quiere decir.
A buen entendedor…
Como vimos, escuchar puede ser un verdadero arte, por lo que requiere de talento, esfuerzo y voluntad. En muchas ocasiones, las palabras sobran. Sólo escuchando de manera atenta y teniendo en cuenta los elementos que se ponen en juego en la comunicación, podremos acceder a los pensamientos que subyacen al discurso hablado.
Lo maravilloso de mejorar nuestra comunicación con los demás radica, justamente, en que podemos conocerlos más, entender sus verdaderas intenciones y comprenderlos profundamente, pudiendo contemplar sus emociones. Este será un excelente punto de partida para establecer vínculos más fuertes y confiables.
Las claves
Para lograr escuchar con cuerpo y alma, con toda nuestra intención, debemos dejar atrás nuestros prejuicios y abrir nuestra mente. Además, será muy importante tener en cuenta los siguientes aspectos comunicacionales:
La expresión corporal: Cómo nos paramos o en qué postura colocamos nuestro cuerpo durante una conversación evidencia nuestro interés o nuestro aburrimiento, da cuenta de nuestra alegría o tristeza, nuestra fortaleza o sumisión. Teñe esto presente cuando busques que alguien te cuente algo, ya sea para poder descifrar las emociones del otro, como para hacerle sentir que te importa lo que tiene para decirte.
La expresión facial: La cara, con sus múltiples múscujos, es sumamente expresiva a la hora de comunicarnos. A través de nuestros gestos faciales, daremos a conocer la ansiedad o la tensión que sintamos en determinado momento, la alegría, el dolor o un sinfín de estados de ánimo que se filtrarán por entre nuestras mejillas. Aun cuando queramos disimular un sentimiento, inevitablemente, la cara nos delatará. A menos, claro, que estemos atentos a ella.
La mirada: La intuición juega un rol muy importante a la hora de interpretar los comportamientos no verbales. Las personas que nos miran a los ojos mientras hablan suelen sentirse seguras de sí mismas, son extrovertidas y sinceras, y confían en su interlocutor. Quienes tienden a bajar la mirada suelen desconfiar del otro, son muy tímidas o tienen problemas de autoestima.
Durante una conversación entre dos personas, sólo el 7 por ciento del significado emocional de un mensaje se expresa mediante las palabras. El tono de voz que utilicemos, así como las expresiones no verbales que hemos evaluado, serán una herramienta clave para hacernos entender mejor, predisponernos positivamente para escuchar al otro y lograr comprender sus necesidades y sus emociones.
http://www.pasiones.es/escucha-con-el-corazon-ii/