Para ser uno mismo y vivir la vida que se quiere vivir, así como conseguir lo que se desea, se ha de actuar por sí mismo, sin hacer mal a los demás, y no realizar actuaciones por la mera inercia de que las demás personas lo hacen de una forma.
¿Te has dado cuenta si estas en la vida actuando por inercia o por lo aprendido, desconociéndote completamente, estando en piloto automático?
¿Has observado si tus actuaciones son para tu propia realización o para complacer a otra persona?
¿Dudas de ti mismo y si alguien te dice algo, eso predominaba sobre lo que tu voz interior pudiera decirte, y lo que el otro te apruebe es más importante que lo que tu sientes?
La vida, sin buscarlo, en muchas ocasiones nos pone en situaciones, las cuales nos hacen decidir por nosotros mismos, aunque estemos acostumbrados a hacerlo por los demás. Por ejemplo, nos puede dejar la pareja con quien convivimos y por quien hemos estado realizando casi todas nuestras acciones hasta el momento.
Normalmente aquello a lo que más tememos es nuestra gran oportunidad para trascender las limitaciones y los bloqueos, para conocernos y ser en toda nuestra grandeza.
Cuando se expande la conciencia la mente se pone a nuestro servicio en lugar de estar nosotros al servicio de sus dualidades y sus dudas.
Generaciones anteriores han tenido comportamientos en los que han realizado hechos de una manera determinada, y esa tradición en el hacer nos hace que esa forma sea más valiosa, más sagrada, más justa que una nueva que también es posible.
Resulta sorprendente la importancia que le damos a la tradición, aunque solo tenemos que observar nuestra vida personal para darnos cuenta que los comportamientos repetitivos no son necesariamente beneficiosos.
Son muchas las personas que eligen creencias, sobre la base de lo que las generaciones anteriores han hecho, sin tomar consciencia si le son adecuadas.
Se ha de disponer lo necesario para dejar ir lo que ha habido anteriormente y así hacer espacio para abrazar una nueva percepción de la realidad.
Se trata más de descubrir la verdad dentro de nosotros mismos, que no de cumplir con lo establecido, pues en muchas ocasiones se está en rutinas que no se sabe muy bien para que son, por lo que los resultados obtenidos también son escasos.
Normalmente la tradición nos hace sentir seguros, dándole autoridad y peso a nuestras convicciones, aunque las convicciones son un pobre sustituto de la experiencia.
Solo yendo más allá de lo habitual encontrarás lo deseado, así que anímate a crear aquello que aún no has experimentado.
Dver.
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