Si consideramos el caso del hombre al que una profunda sensación de inseguridad y soledad impulsa a trabajar incesantemente; o del otro movido por la ambición , o el ansia de riqueza. En todos estos casos, la persona es esclava de una pasión y, en realidad, su actividad es una "pasividad", puesto que está impulsada; es la que sufre la acción, no la que la realiza. Por otra parte, se considera "pasivo" a un hombre que está sentado, inmovil y contemplativo, sin otra finalidad o proposito que experimentarse a sí mismo y su unicidad con el mundo, porque no "hace" nada. En realidad, esa actitud de concentrada meditación es la actividad más elevada, una actividad del alma y sólo es posible bajo la condición de libertad e independencia interiores.
La envidia, los celos, la ambición, todo tipo de avidez, son pasiones; el amor es una acción , la práctica de un poder humano, que sólo puede realizarse en la libertad y jamas como resultado de una compulsión.
El amor es una actividad, no un afecto pasivo; es un "estar continuado" no un " súbito arranque" En el sentido más general, puede describirse el caracter activo del amor afirmando que amor es fundamentalmente DAR, no recibir.
¿Que es dar? El malentendido más comun consiste en suponer que dar significa "renunciar" a algo, privarse de algo, sacrificarse. La persona cuyo caracter no se ha desarrollado más allá de la étapa correspondiente a la orientación receptiva, experimenta de esa manera el acto de dar.
El carácter mercantil está dispuesto a dar, pero sólo a cambio de recibir, para él, dar sin recibir significa una estafa.
La gente cuya orientacion no es productiva vive el dar como un empobrecimiento, por lo que se niega generalmente a hacerlo.
Para el carácter productivo, dar posee un significado totalmente distinto: constituye la más alta expresión de potencia. En el mismo acto de dar, experimento mi fuerza, mi riqueza, mi poder. Tal experiencia de vitalidad y potencia me llena de dicha. Me experimento a mi mismo como desbordante, pródigo. vivo y por tanto dichoso.
Dar produce más felicidad que recibir, no porque sea una privación, sino porque en el acto de dar está la expresión de mi vitalidad.
Apenas es necesario destacar el hecho de que la capacidad de amar como acto de dar depende del desarrollo caracteriológico de la persona. Presupone el logro de una orientación predominantemente productiva, en la que la persona ha superado la dependencia, la omnipotencia narcisista, el deseo de explotar a los demás o de acumular y ha adquirido fe en sus propios poderes humanos y coraje para confiar en su capacidad para alcanzar el logro de sus fines.
En la misma medida que carece de tales cualidades, tiene miedo de darse y, por tanto de amar.
Erich Fromm
El arte de amar