Se pueden extraer las propiedades curativas de algunas plantas medicinales en aceite, para el uso externo. Es un proceso muy sencillo, y el resultado es un aceite que se puede utilizar para masajear las zonas afectadas, permitiendo que los beneficios de las plantas penetren la superficie permeable de la piel. Es necesario conocer las propiedades específicas de las plantas que se utilizan para hacer un uso adecuado del aceite obtenido. Una planta que abunda en el clima mediterráneo y que se presta muy bien a esta técnica de transformación es el romero.
Esta planta que embellece muchos jardines y que perfuma el aire de las costas mediterráneas se emplea desde generaciones pasadas tanto para sus usos culinarios como sus propiedades curativas. El aceite macerado de romero está indicado para relajar los músculos, aliviar el dolor de contracturas y articulaciones así como el dolor de cabeza; incluso se puede masajear el abdomen para aliviar tensiones en el aparato digestivo y para las reglas dolorosas.
Proceso de elaboración
La diferencia entre un aceite macerado y un aceite esencial es que este último se consigue a través de un proceso de destilación que extrae únicamente el aceite contenido en la planta, mientras un aceite macerado es un proceso en el cual se remoja la planta el tiempo necesario para que se desprendan los componentes (aceites esenciales, taninos, etc.) y transfiere los atributos de la planta al aceite del remojo.
Para hacer un aceite macerado, normalmente se emplean plantas secas. Sin embargo, hay algunas plantas que por su bajo contenido en agua se pueden macerar frescas sin peligro de fermentación, como es el caso del romero. El aceite que se utiliza con más frecuencia es el de oliva porque es muy fácil de conseguir y es excelente para la piel, pero también se puede utilizar aceite de almendras. El aceite de almendras tiene una textura ideal para masaje, se extiende bien y deja la piel muy suave. También, tiene un olor más neutro que el aceite de oliva
Cosechar la cantidad necesaria para llenar un bote de cristal. El momento ideal para realizar la cosecha es al mediodía en un día soleado, ya que es cuando hay la máxima concentración de aceites esenciales.
Eliminar las ramas y llenar hasta arriba el bote de cristal limpio con las hojas.
Llenar el bote con el aceite, cubriendo totalmente las hojas de romero.
Tapar el bote y dejarlo en un sitio cálido, protegido de la luz solar directa.
Después de 3 semanas o 1 mes, colar el aceite.
Para conseguir un aceite más fuerte, se puede repetir todo el proceso con el mismo aceite: una segunda maceración (opcional, depende de la concentración deseada).
Guardarlo en un bote de cristal teñido, es decir, que no sea transparente: así la luz no afecta al contenido. Poner una etiqueta para identificar el tipo de aceite y la fecha.
Para que el aceite se conserve más tiempo, se puede añadir una cucharadita de vitamina E (aceite de germen de trigo) y unas gotas de aceite esencial de lavanda. Ambos también aportan propiedades benéficas: la vitamina E es reconocida por su acción regeneradora en la piel, y la lavanda ayuda a relajar los músculos y perfuma el aceite.
Este aceite se puede guardar unos meses, incluso hasta un año. Se nota que el aceite ya está caducado cuando desprende un olor rancio. Si se guarda el aceite en unas botellas bonitas con unas etiquetas hechas a mano y algún toque decorativo, se convierte en un regalo ideal: original, artesanal, útil y natural.
Contraindicaciones:
Mujeres embarazadas y lactantes, niños pequeños, epilépticos y personas con hipertensión.
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