A lo largo de nuestra vida nos encontramos con fracasos, decepciones o crisis que nos llevan a decirnos “Esto no puede seguir así” “Tengo que cambiar” ”estoy harto/a”… Pero para cambiar hay que querer hacerlo, en el sentido que requiere de un trabajo personal y toma de conciencia que supone ver aspectos de nosotros mismos que no reconocemos o no queremos aceptar. Normalmente, las personas una vez han pasado el punto crítico de malestar vuelven a sus patrones de comportamiento, a lo que les resulta familiar, a lo que les resulta cómodo, hasta que vuelve otro problema.
Ante la pregunta ¿Puedo cambiar aquello que no me gusta de mi vida? La respuesta es SÍ, siempre y cuando estés dispuesto a hacerlo; tal vez parece una respuesta bastante lógica pero cambiar supone ir más allá del mero hecho de querer hacerlo…
Las personas nos pasamos mucho tiempo soñando despiertos, pensando en cambios que aparezcan en el exterior y que por arte de magia solucionen nuestras desdichas: un príncipe azul que me dé felicidad, un trabajo que dé sentido a mi vida, una casa donde me sienta a gusto, tiempo para hacer lo que yo quiera, un trabajo en el extranjero para vivir otra experiencia… Pero estos cambios no son reales, sólo producen una sensación de cambio, pero no resuelven los problemas de forma sostenible; pueden enmascararlos, pero siempre volverán a aparecer.
El verdadero cambio siempre es en el interior; cambiar siempre viene acompañado de un proceso de introspección, de mirar hacia dentro de uno mismo. Habitualmente aparecen miedos, dudas…”¿Seré capaz? ¿Para qué? ¿Valdrá la pena?“. Este proceso requiere de mayor o menor esfuerzo dependiendo del grado de consciencia que tengamos de nosotros mismos, y de nuestra disposición para dejar atrás actitudes, comportamientos, relaciones,… y en definitiva todo aquello que nos ancla al pasado…Cambiar supone toda un conflicto interno entre lo que eres y lo que te gustaría y podrías llegar a ser.
El momento clave para el cambio depende de cada uno…Hay personas que necesitan muchos fracasos, caídas, sufrimiento,… para darse cuenta que es el momento adecuado para cambiar. A otras sin embargo el “despertar” les llega más pronto, y cambian con menos esfuerzo. No cabe duda que cada uno cambiará cuando esté preparado para ello.
Debido a su historia personal, hay personas que quieren cambiar o mejorar su vida, pero que no tienen los recursos ni el apoyo adecuado. En esos momentos es cuando se hace necesaria la petición de ayuda a un profesional, que les dote de herramientas y estrategias que posibilitarán ese cambio.
Nadie puede convencer a otro de que cambie. Cada uno de nosotros custodia una puerta del cambio que sólo puede abrirse desde adentro.
Marilyn Ferguson
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