Culpa es lo que siente quien realiza cualquier acto u omisión que afecta a otro, falta que puede ser voluntaria o no y que puede dar como resultado un perjuicio o daño y que continúa acosando a ese individuo si no actúa con responsabilidad y no se hace cargo de las consecuencias de sus decisiones.
Un acto o una omisión culposa es el realizado en forma imprudente o negligente sin sentido de la responsabilidad que implica.
Muchas personas no pueden disfrutar de la vida porque se sienten culpables por ser felices. Creen que no se lo merecen porque están convencidos que la vida es un valle de lágrimas donde sólo existe el sufrimiento.
Pero también sienten culpa aquellos que tienen altos ideales y no pueden alcanzarlos, personas omnipotentes y perfeccionistas, con ambiciones superiores a sus posibilidades que sólo disfrutan cuando logran una meta y que no pueden aceptar el fracaso.
Las personalidades depresivas sienten culpa porque arrastran una carga emocional de alguna antigua pérdida no elaborada que no pueden integrar a su personalidad porque en el fondo creen que son culpables.
Cuando nos sentimos culpables por haber herido a alguien y nos damos cuenta de que no nos hemos comportado adecuadamente; sentir culpa no es la solución, lo mejor es pedir perdón e intentar reparar el daño causado.
La culpa se relaciona con mandatos internos impuestos, cuando la persona se siente obligada internamente a hacer lo que debe y no lo que quiere, por no atreverse a asumir la responsabilidad de sus actos, por no querer arriesgarse a tener criterio y convicciones propias, a escuchar su voz interior y a confiar en sí misma.
El deber ser es una exigencia, un imperativo que implica renunciar al deseo y aceptar la obligación impuesta por otros.
Esos mandatos internos que generan ideas culposas, terminan cuando aprendemos a ser capaces de hacernos cargo de nuestras decisiones y asumimos la responsabilidad de las consecuencias de nuestros actos.
No existe la culpa sino la responsabilidad, que es la que nos permite actuar con libertad, saber disfrutar, permitirnos placeres y darnos permiso para ser felices.
La culpa también se relaciona con la baja autoestima y con la tendencia al fracaso, con asumir responsabilidades de otros y decidir por ellos, por creer que hay que ser perfectos y no poder permitirse errores.
Los demás tienen que enfrentar sus propias responsabilidades, porque no podemos hacernos cargo de lo que les corresponde.
Todos cometemos errores porque nadie es perfecto y podemos dejar de hacer lo que creemos que debemos hacer para hacer lo que realmente queremos y además disfrutarlo, si somos responsables.
Pedir perdón es la única manera saludable de liberarse de la culpa cuando somos conscientes de haber ocasionado un perjuicio a otro.
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