Muchas personas actuamos como si realmente fuésemos libres y no es así ¿Por qué? porque cuando estamos pendiente de lo que los demás piensen de nosotros, estamos condicionados a sus conceptos. Eso no quiere decir que no nos debamos regir por ciertas normas y reglas que discerniremos con nuestro sentido común, pero de ahí a actuar solo para complacer a otros, no es ser libre.
La verdadera libertad es amar entregando todo nuestro ser, pero dejando nuestra esencia intacta, me explico, sentir que amamos con fuerza pero sin temores de perdernos en ese torbellino de pasiones, comprendiendo que en medio de esa tempestad, se encuentra nuestra verdadero yo impoluto. Aunque siempre nos hallaremos sufriendo por no poder cumplir las aspiraciones o el ideal de otros hacia nosotros.
Debemos entender que ¡nunca, pero nunca! lograremos satisfacer completamente a ese ser que soñamos como nuestro compañero de ocasión, por dos cosas: Primero; es solo compañero de ocasión (más adelante ni nos acordaremos de aquel) y segundo; no podemos llenarlo como quisiésemos, simplemente porque en sí ya está lleno al igual de nosotros, sólo tanto esa persona como nosotros, debemos buscar nuestra plenitud en lo interno, jamás afuera.
Por último no hay que temer amar, hay que darse, porque en la medida que uno se dé en esa medida vive, pero hay que estar plenamente conciente de que ningún ser nos pertenece, como tampoco nosotros pertenecemos a nadie. Ahí radica la verdadera libertad, vivir en el mundo, saborearlo, sentirlo y ¿por qué no? sufrirlo, pero entendiendo que no somos de él, que esa persona que vemos hoy como malvado y que en realidad es nuestro maestro, sólo nos está mostrando una parte de la inmensidad misteriosa de la vida.
Aunque suene trillado, puedo decir que he aprendido y sigo aprendiendo, con cada hermoso prójimo que se acerca a mi alma, porque es lindo ser romántico y apasionado y porque todo lo que sufro me fortalece y me hace amar más. Amo sin tapujos ni reservas a sabiendas que no seré prisionero jamás del temor de no ser perfecto para alguien, pero si ser pleno para mí. Amo con la seguridad de que no por no llenar los requisitos físicos, morales etc., de alguien no pueda brindarle la más hermosa de las experiencias, sin dejar de ser libre y sin aprisionarla. Amo porque es mandato divino y porque es lo mejor que se hacer.
Sugiero a toda persona que se encuentre leyendo este escrito que no se deje bombardear por imposiciones ni propagandas de perfeccionismo, que se acepte tal cual es, que entienda que es libre en la medida que comprenda, que nadie jamás puede quitarle su libre albedrío y que no pierda su tiempo viviendo para complacer ideales falsos, que el verdadero ideal se lo mostrará su corazón y nunca se trata de esclavizarse en apariencias ni imposiciones.
Quien te ama realmente te acepta tal cual eres y si ha de sugerirte algo que le incomoda de ti lo hará de una forma tan sublime que no lo notarás. En fin, ser libre en realidad es incluso hasta ser conformista y tener aceptación en todos los aspectos de la vida ¿qué alguien vino te hirió y se fié? soy libre de olvidar aquello o sólo tomar lo que debo aprender de lo sucedido, ¿qué no le gustó como soy a fulano? bueno ya le gustaré a perengano...
¡Eso es aceptación!, recordar que la vida no la debemos dejar irse como agua entre los dedos, solo lamentándonos, por lo que no pudo ser, quizás si abrimos un poquito los ojos podemos ver lo que realmente vale y que casi siempre dejamos escapar por estar pendientes de necedades. ¡Ah! y ojo con la auto gratificación ese es el peor verdugo, siempre queremos ir tras lo más grandioso para ser los más grandes y que todos nos envidien e ignoramos lo que siempre ha estado a nuestro alrededor brillando con luz propia, de amor verdadero.
¡Basta de querer vernos más guapas de lo que somos sin pretender ser mejores personas que es lo que necesita el mundo y nosotros mismos!, porque aunque nos rodeemos de belleza si no buscamos esa hermosura interna, natural e innata, siempre viviremos solos y prisioneros de nuestra falta de amor propio.