Hay algunas actitudes, en ocasiones muy enraizadas en el ser humano que hacen que éste no trate con el debido respeto a sus semejantes.
Podemos destacar algunas de las más importantes como son:
- El egocentrismo y la soberbia: Cuando alguien considera que todo ha de girar en torno a sí mismo es inevitable que tienda a despreciar a los demás y por lo tanto, que no los trate con el respeto que merecen.
- La intolerancia: Nadie puede esperar que todo el mundo piense y actúe como uno mismo. Muchas personas no aceptan al que es diferente por el simple hecho de serlo y en ocasiones, lo tratan de una manera despectiva.
- La ausencia de valores: La falta de valores hace que las personas basen todas sus actuaciones en conseguir unos objetivos materiales y en satisfacer sus propios deseos o caprichos sin respetar a los demás.
- La mala educación: Que hace que muchas personas no sepan guardar unas normas básicas de convivencia.
Para tener una concepción respetuosa de la vida, hay que empezar por respetarse a uno mismo, es lo que llamamos el autorrespeto. Este es el primer paso para respetar a los demás, por lo tanto no debemos hacer cosas que atenten contra nuestra propia dignidad.
Por ejemplo, si nos dejamos humillar para conseguir unos objetivos no nos estamos respetando a nosotros mismos.
El respeto no sólo lo debemos aplicar a las personas, también debemos ser respetuosos con nuestro entorno.
Una persona realmente respetuosa con los demás también lo será con el medio en que todos vivimos, con los animales, las plantas, etc. Difícilmente lo veremos dejando basura en el campo, tirando papeles en la calle o dejando que su perro haga sus necesidades en mitad de la acera sin recogerlas.
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