¿Sabías que el ambiente en el que disfrutás una comida influye en el sabor que le sentís? ¿Y que el nombre de un plato puede atraerte más según las palabras que utilice? Enterate de estos secretitos culinarios que pueden engañar a tu paladar.
1. Los cubiertos
Los de cobre o cinc acentúan el sabor salado de los alimentos.
2. Las palabras
Preferimos un alimento si tiene un nombre descriptivo en vez de uno simple; por ejemplo, “filet de tilapia con costra de hierbas finas” nos gusta más que “pescado frito”.
3. La temperatura
El jamón tiene gusto más salado si está frío y la cerveza tibia se siente más amarga que la helada. Esto ocurre porque en las papilas gustativas hay unos pequeños conductos que interpretan los sabores de manera distinta según la temperatura.
4. El color
En un estudio realizado en Francia, un 48% de los sujetos dijo que una gaseosa les quitaba más la sed si se lo servían en un vaso azul que en uno de otro color, quizá porque asociaban el azul con el frío.
5. El ambiente
En un estudio británico se pidió a las personas que describieran un mismo whisky en tres habitaciones: una ambientada con olor a hierba y una grabación de ovejas balando; otra con un aroma dulce y la tercera con olor a madera. La mayoría de los participantes dijo: “a pasto”, “dulce” y “amaderado”, respectivamente.
6. Las expectativas
En una prueba, unos catadores franceses prefirieron un vino servido de una botella costosa al mismo vino servido de una botella barata.
7. La memoria
Evocar un recuerdo placentero sobre las verduras que hay en tu plato puede hacer que te gusten más (y comerás una porción mayor).