Jesús decía: «Si tu ojo es puro, todo tu cuerpo estará en la
luz.» Pero lo que Jesús llama «ojo» es un órgano espiritual,
diferente de nuestros ojos físicos. Trabajamos para la
purificación de este ojo alimentando pensamientos, sentimientos,
deseos desinteresados, con la convicción de que es este ojo
también el que nos protege, porque nos vigila.
En la vida corriente, el que es concienzudo, responsable,
honesto, no tiene necesidad de ser vigilado, se comporta y actúa
incluso mejor sintiéndose libre. Pero en el plano espiritual
donde todo es más difícil, el ser humano debe haber alcanzado
un grado muy elevado de desarrollo para no tener más la
necesidad de ser vigilado. Mientras tanto, la vigilancia de su
ojo interior es su salvaguarda. Uno de los símbolos de este ojo
interior es el ojo de Dios ubicado en el centro de un triángulo.
Y esta vigilancia debe, no sólo ser aceptada, sino también
buscada. "
Omraam Mikhaël Aïvanhov