¡Vas a llegar!
Nadie alcanza la meta con un solo intento… ¡Ni perfecciona la vida con una sola rectificación!… ¡Ni alcanza altura con un solo vuelo!…
Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces.
Nadie recoge cosecha sin probar muchos sabores, enterrar muchas semillas, ¡y abonar mucha tierra!
Nadie mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones. Ni se mete en el barco sin temerle a la tempestad. Ni llega a puerto sin remar muchas veces. Nadie siente el amor sin probar sus lágrimas, Ni recoge rosas sin sentir sus espinas, Ni forma un hogar sin prolongarse en otros.
Nadie hace obra sin martillar sobre su edificio. Ni cultiva amistad sin renunciar a sí mismo. ¡Ni se hace hombre sin sentir a Dios!
Nadie puede juzgar sin conocer primero su debilidad.
Nadie consigue su ideal sin haber pensado muchas veces que perseguía un imposible…
Nadie conoce la oportunidad hasta que pasa por su lado… ¡y la dejan ir!
Nadie encuentra el pozo de Dios hasta caminar por la sed del desierto.
Nadie acepta cargar una cruz hasta que Dios se la acomoda… ¡y ve que puede resistirla!
Nadie se salva del naufragio sin haber tragado mucho agua, ni saca a relucir un sueño sin haberle dado forma bajo sus alas, ni crea una novedad sin que le asalte la duda de un disparate.
Nadie es luz que no parpadee, ni torre que no se mueva, ni pájaro que no se asuste, ni vida que no se atemorice, ni fortaleza que todo lo resista…
Pero nadie deja de llegar, cuando tiene la claridad de un don, el crecimiento de su voluntad, la abundancia de la vida, el poder para realizarse, ¡y el impulso de Dios!
Nadie deja de arder con fuego dentro. Nadie deja de llegar cuando se lo propone. “Si sacas todo lo que tienes…¡Vas a llegar!”.
Zenaida Bacardí de Argamasilla